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si había algo que a enzo le gustaba, era el verano, ver a juli jugar con olivia mientras hacían unos teres o tomaban sol. ver a julián en alguna maya que él mismo le obligó a comprar –juli nunca quería comprarse ropa, por alguna razón–. salir a comer con juli, oli y, por lo general, también valentina quien a veces estaba con su novio y a veces no.

hoy era uno de esos días en los que él estaba pacíficamente sentado a la orilla de la pileta, armando unos tereres con gero, novio de valentina, mientras que valen, juli y oli jugaban en el agua.

— gordooo — la voz de julián hizo que abriera los ojos — tene' medio abandonados los teres me parece, haceme uno — le dijo asomándose por el borde de la pileta.

y bueno, quién era él para negarse más que un simple mortal sucumbiendo a los ojitos de cachorro de julián alvarez.

— gracias gordo — julián se estiró para dejar un piquito en sus labios y siempre que hacia eso, enzo podía confirmar que estaba enamorado como si fuera el primer día de su relación, sintiendo todo su estomago revuelto de amor y quedando con la vista perdida.

𝐝𝐨𝐦𝐞𝐬𝐭𝐢𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora