"Y...¿si intentan matarte?"( 11 )

378 59 10
                                    

Tras los insistentes toques de la puerta, no le quedó de otra que encaminar sus pasos hacia dicho lugar con cierto recelo, pues en primer lugar no esperaba visitas y, en segundo lugar tenía la sospecha de que tarde o temprano recibiría un par de visitas peligrosas.

El pelinegro observó cuidadoso por la boquilla cristalina de la puerta, notando una silueta mojada de cabellera castaña del otro lado.

—¡Abre! — ordenó la chica como si hubiese notado que la estaba viendo — .Antes de que derribe la puerta.

El aludido lanzó un suspiro hastiado, al escuchar aquella voz, enseguida supo de quién provenía.

La joven no tardó en escuchar un leve «click» acompañado del rechinar de la madera. Ni siquiera esperó al típico «pasa» proveniente del hombre de cabellos negros y se adentró en aquel lugar.

— Estás empapada. — Le dijo tras ver escurrir de sus ropas pequeñas gotitas de agua que terminaban estrellándose contra el suelo.

— Dime algo que ya no sepa — replicó de forma distraída, tocando la frente de la pequeña creatura que traía en brazos — . Necesito tu ayuda — pidió — , está muy mal.

El de tes blanca enarcó una ceja al ver lo que la chica protegía con tanto esmero.

— ¿Ahora adoptas monstruos? — fue su respuesta, pero con una ligera inclinación de la cabeza la incitó a seguirlo.

— No es un monstruo — respondió siguiéndole cuidadosamente hasta un cuarto al fondo del local — , es...complicado.

Él decidió no preguntar al respecto, procediendo a abrir la puerta que tenía enfrente.

— Quédate aquí, yo le atenderé — dijo, haciendo un ademán de que le diera la creatura. Pero al verla dudosa, añadió — ¿No confías en mí?

La castaña dejó escapar un suspiro contenido, sí confiaba en él, de no ser así no hubiera acudido a su ayuda en primer lugar.

— Sabes que sí — respondió dedicándole una cálida sonrisa — , te lo encargo. Cuídalo — pidió al entregárselo.

[•••]

Eria aguardaba en la sala, con la espalda recostada al sofá. Su amigo le había prestado algo de ropa para que pasase al baño y al menos se cambiara, cosa que agradecía, pues de coger un resfriado se le complicarían un poco las cosas. Observó su nueva vestimenta por unos segundos, la cual consistía en un pantalón deportivo algo holgado y una camisa que le quedaba grande.

— Ten, un poco de café — dijo un gorila con partes mecánicas haciendo entrega de una taza con dicha sustancia.

— Gracias — .Le sonrió amablemente soplando el contenido antes de llevarlo a sus labios.

— ¿Está bien de azúcar? — inquirió tomando asiento en el butacón, frente a ella.

— Perfecto.

El aludido dibujó una sonrisa en su rostro. No es que recibieran muchas visitas, pero la castaña les había ayudado a iniciar el nuevo negocio de takoyaquis tras la destrucción de la Casa de la Evolución, destrucción provocada irónicamente por ella , Saitama y Genos. Sin embargo, y por raro que parezca, nadie guardó rencor por ese hecho. Después de todo el mismo Genus había desistido de continuar con sus proyectos tras conocer la fuerza de Eria y del héroe calvo.

—¿Y cómo va el negocio? — preguntó la chica con cierta curiosidad.

— Ya sabes, hay días que se vende mucho, otros, no tanto — explicó.

Eria asintió comprendiendo. Y estuvo a punto de añadir algo cuando notó el rechinar de la puerta trasera tras abrirse, dando paso a Genus. Sus ojos siguieron expectantes cada paso del individuo hasta que, finamente llegó a la pequeña sala.

 Ese alien caprichoso | Lord Boros |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora