𝐎𝐍𝐄-𝐒𝐇𝐎𝐓'𝐒 [ 𝑷𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂𝒋𝒆×𝑳𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒂 ].

Tack ▚ The Thief and The Cloober▚

" SHOES ".

Un nudo por aquí, otro por allá, la sinfonía de sus dedos, como si danzarán atados al extenso hilo en ágiles ademanes que solo él podía coordinar a su modo tan peculiar. Permanece sentado como todo un indio, algo encorvado para no distraerse de su labor, porque para él, ese arte de movimientos acertados requerían de concentración.

Así como este joven, los demás a su alrededor también estaban sumidos bajo su propio mundo. Cada habitante con sus asuntos, sumidos por la presión o deberes correspondientes. A esas horas del día, las personas transitaban como manadas de animales sin control, la ciudad era de agitar constante, nada se detenía. Las mismas rutinas y las mismas vidas cumpliendo sus exigencias.

Entre la multitud, de agobiantes vendedores que aclaman por sus comercios, se abre dificultosa el paso, una jovencita, con el rostro cubierto hasta la nariz por un velo delgado, su cabeza y cabellera son escondidas por otro velo con bordados amarillos, quizá lo único resaltante de su apariencia común entre los habitantes era el brazalete que permanece en su muñeca, lo cual aparentemente era el único objeto de valor mínimo que portaba está misma.

Sus pies empolvados arrastraban vendas que envolvían sus tobillos, escondiendo así los raspones y unas cuantas cicatrices en esta zona. Sostiene una canasta desgastada entre sus brazos. Se detiene en el centro del tránsito principal, dejando un espacio para los que cruzaban las calles, situando su posición cerca del joven que enredaba hilos con sus dedos largiruchos. Baja la canasta hasta el suelo, extendiendo una manta la cual cargaba dentro de la canasta; a la vez, saca una pandoreta con los cascabeles levemente desprendidos, al borde de caerse, pues ya era un instrumento muy viejo. Lo toma en sus manos, y en menos de lo planteado, las personas han comenzado a volverse en su dirección.

Meneando sus manos para sacudir el instrumento, provoca ritmos que se mezclan al compás de su ligero baile. El público que es espectador de aquel acto, capta la idea. Pocos se acercan para arrojar una moneda o dos al interior de la canasta, otros simplemente observan o pasan de largo ante la jovencita bailarina.

Sus ojos cansados buscan no ser obvios, busca ser grácil cuando mueve su cuerpo junto al son de la pandoreta. Pero la tarea era bastante difícil con el dolor en sus talones rojizos, atormentando la.

Suelta un quejido al caer mal en uno de sus saltos pequeños, termina lastimandose una de sus heridas, causándole un dolor irremediable para ignorar.

Es entonces que el joven zapatero gira su rostro hacia la adolorida joven que se tortura en cada paso mal disimulado. La gente comienza a incomodarse por el rostro aturditado y las muecas de la muchacha. Su rostro era agradable a la vista, pero sin embargo, los gestos que formaba le hacían ver distinta a atrayente. Para cuando menos lo contó, se había dejado caer al piso sin soportarlo más. Solloza avergonzada, llena de imponente frustración por no conseguir algo mayor a tres monedas y unas cuantas burlas hacía su persona.

Bailar se había vuelto su último medio para conseguir con qué comprar alimentos. Y todo estaría mejor si sus pies no se mostrarán tan heridos por su falta de calzado. Deseaba con todas sus fuerzas tener otra salida, algo más, pero es lo único que sabe hacer. O al menos, sabía, ya que, estaba segura, no podría regresar a moverse con normalidad por un buen periodo con esos talones que tanto habían sido víctimas de descuido.

Con fuerza en sus brazos pero debilidad en sus rodillas, se pone de pie con un rostro que refleja su desesperación por alejarse y desaparecer. El joven zapatero la observa, pero su atención está puesta mayormente en los maltratados pies de la femenina. Así que, se levanta siguiendo el paso veloz que la otra llevaba.