Hermanos

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Transcurre en la niñes de Glenn y Nina.

Nina: 5 años.
Glenn: Recién nacido.

—¿Quieres cargarlo? —preguntó Doyun.

—¿Y si se me cae? —pregunté.

—Eso no pasará, estás sentada, además yo lo voy a sostener por ti. —acarició mi cabeza y asentí.

No tenía la suficiente fuerza para cargarlo pero lo agarré con todas mis fuerzas por el miedo de que se cayera. En ese momento ví su cara y lo único que pude pensar fue que debía protegerlo a como diera lugar. Era pequeño y frágil, no diría que era lindo, era feo, pero lo amaba de todas formas y sabía que jamás podría dejarlo solo.

—¿Qué dices cariño? ¿Cómo debería llamarse? —preguntó mamá.

Lo pensé por un segundo.

—Glenn. —contesté.

—¿Por qué Glenn? —preguntó Doyun.

—No lo sé. —dije yo.
—Pero me gusta.

—Glenn será. —dijo mamá.

Todos sonreíamos, incluido el pequeño Glenn.

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Nina: 10 años.
Glenn: 5 años.

—¡Glenn! —grité corriendo hacia él al verlo en el piso.
—¿Estás bien?

Él lloraba agarrando su tobillo.

—¡Me duele! —gritó.

—Vamos con mamá. —dije levantándolo.
—Estás pesado ¿Puedes subir a mi espalda?

De alguna forma logré llevarlo a caballito hasta la casa y entré apurada buscando a mamá.

—¡Má! —grité enseguida.
—¡Ven rápido!

Ella llegó asustada.

—¿Qué pasó? —preguntó.

—Glenn. —dije yo.
—Se lastimó el tobillo.

Se lo dí y ella llamo a Doyun, enseguida nos subieron al auto y fuimos prácticamente volando al hospital mientras Glenn aún sollozaba abrazado a mí. Resultó que tenía un esguince bastante grave, necesito muletas por meses, pero a los días seguía jugando como siempre.

—Tienes que tener más cuidado. —le dije cuando lo ví tratando de correr.
—Si te caes vas a empeorar.

—No me voy a caer. —dijo él.
—Además, si me caigo tú me atrapas.

—Solo si es sin querer. —dije cruzandome de brazos.

—Okey. —contestó.

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Nina: 16
Glenn: 11

—¿Qué es eso? —preguntó Glenn cuando me vió con algo debajo de mi campera.

—Te lo muestro pero no le digas a mamá. —dije en voz baja.

—Lo prometo. —dijo él.

Abrí el cierre y lo dejé ver el gatito que había encontrado.

—¿De dónde lo sacaste? —dijo acariciándolo con una sonrisa.

—Estaba en la basura. —dije con tristeza.

—Pobrecito. —dijo él.
—¿Qué vas a hacer con él?

—Ella. —lo corregí.
—Es una niña. No sé que hacer, la quiero pero mamá nunca nos dejara quedarnosla.

Amor real (Nina Rhee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora