Pescar

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—Daryl. —lo llamé al llegar a su tienda.

—Ey, —dijo saliendo un par de segundos después.
—¿Qué pasa?

—Quiero ir a pescar ¿Me acompañas? —le pregunté con las cañas en una mano.

—¿Y Glenn?

—No le gusta. —dije yo.
—Siempre le dio mucha pena.

—Bueno, supongo que voy. —dijo tomando su ballesta.

—Déjala, —le dije enseguida.
—Dudo que la necesites en el bote.

Asintió y empezamos a caminar.

—Tengo algunas historias de pesca que creo que te gustarán. —dijo mientras remabamos.

—¿Si? —sonreí al instante.
—empieza.

—Bueno, una vez Merle y yo fuimos a pescar a un río enorme. —empezó.
—Había más gente, familias que iban los domingos a pasar el rato. Quise alejarme un poco de la multitud pero Merle dijo que estabamos en el mejor lugar para pescar y que no se lo dejaría a nadie.
Preparamos todo y pusimos la carnada en el anzuelo, parecía que todo iría bien pero Merle empezó a hacer girar la línea en el aire y cuando quiso arrojarla el anzuelo cayó justo sobre la cabeza de una anciana.

Empecé a reír mientras preparaba la caña.

—No puede ser ¿Es en serio? —dije aún riendo.

—Y eso no fue lo peor. —dijo él.
—La mujer empezó a gritar, no la había lastimado pero tenía una lombriz en el cabello. —no podía dejar de reír al escuchar más de la historia.
—Prepárate porque viene lo mejor.

Me concentré para dejar de reír y escucharlo.

—Merle tiró hacia atrás con la caña y la peluca de la vieja salió volando.

Las carcajadas no se dieron a esperar y terminé con dolor de estómago al imaginar toda la escena.

—Tienes las mejores historias. —dije aún tratando de dejar de reír.

—Bueno, no fue gracioso vivirlo. —dijo él.
—La familia de la mujer casi nos saca a patadas de ahí y Merle no ayudaba.

—Me lo imagino. —dije yo.

Pasamos el resto del tiempo contando historias, aunque las de Daryl siempre eran más divertidas.

—Bueno, —dije cuando fue mi turno de contar una historia.
—una vez fuimos a pescar en familia. Doyun era un gran amante de la pesca y mamá lo seguía.

—¿Por qué no le dices papá? —preguntó Daryl. Un segundo después debió notar que mi cara cambió y volvió a hablar.
—Lo siento, no debí preguntar.

—No, está bien. —dije yo.
—En realidad no es para tanto. Mi mamá quedó embarazada sin estar casada, estaba muy enamorada de mi padre y él también parecía estarlo pero en cuanto se enteró del embarazo simplemente desapareció.
Jamás supe nada de él, mamá no quiso decirme ni su nombre. El punto es que cuando yo tenía como dos años conoció a Doyun y fue como amor instantáneo. Tenía tres años cuando se casaron y cinco cuando nació Glenn.
Él fue mi padre, me dió su apellido y me crío con mucho cariño, pero al final siempre se notó su favoritismo hacia Glenn y yo lo entendía, después de todo él si era su hijo. No le tengo ningún rencor por eso, lo quiero mucho y siempre lo llamé papá, pero suelo llamarlo por su nombre algunas veces, más que nada con otras personas.

Él asintió y yo simplemente seguí con la historia.

—Bueno, el punto es que pescamos uno grande esa vez, —seguí.
—así que quisimos tomarle una foto y Doyun convenció a Glenn de que lo sostuviera para tomarle la foto con él.
En ese entonces Glenn tenía como once años, era pequeño y flaco. —reí por lo bajo.
—Preparamos la cámara y él agarró al pez con todo el miedo del mundo, iba bien pero un segundo antes de que mamá sacara la foto el pez simplemente se volvió loco y empezó a moverse.
Terminó saltando hacia la cara de Glenn en el segundo en que mamá sacó la foto. En el momento nadie se rió, Glenn se asustó mucho y el pez se cayó, por suerte logramos atraparlo. Pero más tarde cuando vimos la foto, diablos, no podíamos parar de reír. La foto era el momento exacto en el que el pez saltó hacia la cara de Glenn así que se ve como la mitad de su cara de susto y el pez desenfocado.

Daryl tenía una sonrisa en la cara y parecía estar conteniendo la risa.

—Puedes reírte si quieres, —dije yo.
—aunque no sea tan gracioso como tus historias.

—Es gracioso, pero me da pena por tu hermano. —dijo él.

—A mí también, —dije yo.
—pero él también se burla de mí cuando tiene la oportunidad, así que no se siente tan mal.

—Se nota que ustedes se quieren mucho. —dijo Daryl.

—Bueno, yo lo adoré desde el momento en que vi su cara toda fea cuando nació —dije con media sonrisa.
—y siempre cuidé de él, así que supongo que es natural que nos llevemos bien.

—No lo sé, no parecen solo llevarse bien. —dijo él.
—Es como si no pudieran vivir sin el otro.

—Y tienes razón, —dije yo.
—no sé que haría si algo le pasara... Ni siquiera quiero pensar en eso.

—Te entiendo. —dijo él.
—Creo que sería difícil para cualquiera, incluso para mí, y eso que Merle es un idiota la mayor parte del tiempo.

—Pero sigue siendo tu hermano, —le dije yo.
—y pareces haber pasado casi toda tu vida a su lado, es imposible que no lo quieras.

—Supongo que tienes razón. —dijo él. En ese momento algo picó en mi caña así que comencé a tirar.
—Parece que tienes uno grande.

—Si, diablos, se está resistiendo mucho. —dije tirando con más fuerza.

—Déjame ayudarte. —puso sus manos casi sobre las mías y pude sentir mi cara sonrojandose, había algo en ese mínimo contacto que no podía ignorar.
—Uno, dos, tres...

Tiramos al mismo tiempo y logramos sacar un pez enorme, lo subimos al barco con dificultad y nos miramos.

—Creo que ha sido la mejor pesca de mi vida. —dije riendo.

—También la mía. —dijo él.

Sonreí como boba con solo esas dos frases porque significaban que estábamos creando un buen vínculo, y eso era exactamente lo que buscaba.

Amor real (Nina Rhee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora