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Capítulo 3: Bienvenida al
Club de los Perdedores.

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—Sidney Stewart.

—Will Byers —contestó, aunque estaba de más decir su nombre. Todos conocían bien el nombre del chico que regresó a la vida y el de todo su grupito de amigos—. Te recuerdo haber visto algunas veces —comentó de repente, sacándole un susto a la contraria.

—Ah, sí. Hemos hablado un par de veces —asintió el castaño.

—Sí. La primera vez, creo, fue en tu casillero —contestó, recordando aquel día—. Tu casillero está cerca del club audiovisual, y discutías con tus amigas o, más bien, ellas te gritaban y tú... bueno, estabas callada.

—Me conociste en mis peores momentos —suspiró—. ¿Me has visto en mejores circunstancias?

—Eh, si —confesó un poco nervioso—. En varios descansos y salidas. Recuerdo también haberte visto el día de Halloween.

¿Halloween? ¿El día donde los chicos y el niño zombi vinieron vestidos de cazafantasmas? ¿Acaso la vio en la escuela o en la noche en donde pidió dulces? Si fue la segunda opción estaba rotundamente avergonzada. Temía en preguntar, pero Will se adelantó en responder.

—Pedías dulces con un disfraz de Pitufina.

Una pesadilla vuelta realidad. Le dolió el estómago por el cruce de emociones combinadas en donde predomina en grande la palabra «VERGÜENZA». Sabía que no debía usar ese disfraz, se aseguró demasiado bien en qué nadie la hubiera visto y ahora resulta que la única persona que le importaba que no la viese en esos momentos de pena fue la persona que la vio.

Bajó la cabeza por segunda vez al sentir la cara tan caliente que creyó que iba a explotar. En cambio, Will lo pasaba bien al ver tanta vergüenza en la chica. Soltó una risa por las expresiones penosas de la fémina, pero le faltó una cosa más por decir.

Started in a Balls | 𝗪𝗶𝗹𝗹 𝗕𝘆𝗲𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora