XIX

464 46 5
                                    

✧•─────────•✧•─────────•✧

Catherine's Pov;

El aire en el vagón del tren estaba tan pesado como mis pensamientos. Después de ver la Marca Tenebrosa en el cielo, había una sensación de que todo podía ir a peor. Hermione, sentada frente a mí, leía el periódico con el ceño fruncido, su mirada preocupada.

-"¿Acaso el señor oscuro está escondido en alguna parte?" - leyó en voz baja. Su tono me hizo girar la cabeza hacia ella. Esa pregunta quedó suspendida en el aire, trayendo más dudas que respuestas.

No quise decir nada, pero la preocupación empezó a vagar mi mente. Aparté la vista de la ventana del vagón, observando cómo los árboles y colinas se desdibujaban a medida que el tren avanzaba hacia Hogwarts. Quería distraerme, olvidar lo que habíamos visto en el cielo.

—¿Quieren dulces? —Ron interrumpió mis pensamientos, probablemente intentando aliviar la tensión.

—Sí, pero déjame ir a mí —respondí mientras me ponía de pie. Saqué algunas monedas del bolsillo. Me vendría bien caminar un poco. Ron, por supuesto, aprovechó la ocasión.

-Trae varitas de regaliz - pidió, sin apartar los ojos del carrito que pasaba por el pasillo.

Le asentí y salí al pasillo. El tren vibraba suavemente bajo mis pies mientras caminaba, pero apenas había avanzado unos metros cuando sentí una presencia a mi lado. Miré de reojo y, para mi sorpresa, era Harry, sosteniendo unos galeones en la mano.

-¿Qué vas a comprar? - le pregunté, intentando sonar casual.

-Tartas de calabaza - respondió, casi en un susurro, sin atreverse a mirarme.

Lo observé por un segundo antes de asentir. No estaba de humor para indagar más. Cuando llegué al carrito, vi a una chica de cabello negro comprando antes que yo. Ella me lanzó una mirada rápida, pero lo que de verdad llamó mi atención fue la sonrisa que le dedicó a Harry. Él le devolvió el gesto, pero sin comprar nada, volvió a nuestro compartimento, dejándome un tanto desconcertada.

Una vez con las varitas de regaliz en el bolsillo, me dispuse a buscar el baño. Pero cuanto más avanzaba, más parecía que el tren se hacía interminable. Los gritos y risas de los estudiantes de primer año se desvanecieron cuando entré en la sección de los Slytherins. Un silencio incómodo llenó el aire.

Y, como si estuviera escrito, apareció él.

Draco Malfoy se interpuso en mi camino, bloqueándome el paso con su habitual sonrisa arrogante. La misma que me irritaba desde el primer día que lo conocí.

—Hola, ¿No?— dijo con burla, acercándose lo suficiente como para que el aroma de su colonia me resultara imposible de ignorar. Apoyó su brazo contra la pared, impidiéndome seguir adelante. —¿Qué te trae por aquí? ¿Huyendo de tus problemas? ¿O de San Potter?—

Lo miré con el ceño fruncido, mordiéndome el labio para no soltar una maldición.

—Muévete. — ordené con un tono tan seco que hasta me sorprendí.

Él se rió, cruzando los brazos frente a mí, claramente disfrutando de la situación.

—No lo haré hasta que me digas qué viniste a hacer aquí. Vamos, admítelo, me estabas buscando — dijo con esa confianza absurda que siempre llevaba como una segunda piel.

"¿Cómo demonios acabo siempre en estas situaciones?", pensé. Ni loca le iba a decir que estaba buscando el baño. Eso sería entregarle la mejor broma de su vida. Él lo usaría contra mí cada vez que pudiera. Necesitaba improvisar.

—Sí, te estaba buscando —las palabras salieron de mi boca antes de que mi cerebro las procesara del todo.

Draco me miró, visiblemente sorprendido. Su postura cambió y, por un segundo, pude ver una leve sombra de rubor en sus mejillas. ¿Se estaba sonrojando? No, no podía ser.

—¿Ah, sí? —su tono de voz bajó, con una mezcla de curiosidad y expectativa. —¿Para qué querías verme?

"Genial, Catherine, ¿y ahora qué?", pensé. Miré a mi alrededor, buscando una salida, cualquier excusa que no me hiciera parecer una completa idiota. Y entonces sentí algo en mi bolsillo: las varitas de regaliz.

—Quería ver si... —mi mente trabajaba a toda velocidad — ...querías regaliz.

Las palabras apenas salieron de mi boca cuando saqué las varitas de mi bolsillo y se las ofrecí, sintiéndome una completa imbécil.

Draco parpadeó, claramente desconcertado. Sus ojos se posaron en las varitas de regaliz, y su nariz se arrugó en una mueca de desprecio.

—¿Regaliz? —repitió, incrédulo. — Sabes que puedo comprar todos los dulces que quiera, ¿verdad?

Suspiré, agotada de la conversación. -¿Las quieres o no?

Él rodó los ojos, pero, para mi sorpresa, tomó las varitas de regaliz. No sin antes hacer un gesto exagerado, como si estuviera haciéndome un favor monumental. Y sin decir una palabra más, me dio paso.

Mientras me alejaba, pude sentir su mirada en mi espalda, pero no me atreví a mirar atrás.

Cuando volví a nuestro compartimento, sin dulces adicionales, Ron me miró con el ceño fruncido.

—¡Catherine! ¿Y el regaliz? —preguntó, molesto.

—Lo siento, Ron, no había más —respondí con un encogimiento de hombros, evitando su mirada.

—¿No había más, o te encontraste con alguien en el camino? —replicó Ron, cruzando los brazos con una expresión acusadora.

Lo miré con los ojos entrecerrados. ¿Cómo sabía eso?

—¿A qué te refieres? —pregunté, intentando sonar inocente.

—¡No finjas, Catherine! — exclamó con los brazos en alto — ¡Te encontraste con Cedric, y Dios sabe qué hicieron!

No pude evitar soltar una carcajada sarcástica. —No me encontré con Cedric, Ron —sonreí burlona. —Solo me perdí buscando el baño.

El pelirrojo me miró, claramente avergonzado, y volvió a sentarse, murmurando algo entre dientes.

—No hay dulces, entonces... — agregó con la mirada perdida en la ventana.

—No, Ron, no hay. Si quieres, ve a comprarte tú —intervino Hermione, dejando finalmente el periódico a un lado. Tenía una expresión cansada en el rostro.

Ron bufó y se levantó, saliendo del vagón. Me dejé caer en mi asiento, mirando por la ventana nuevamente, intentando olvidar el extraño encuentro con Draco Malfoy.

___________________________________

21/01/23

𝑢𝑛𝑓𝑜𝑟𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒 - 𝑑.𝑚 EN EDICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora