Después de la Caida del Sistema Tressa, los supervivientes se dirigieron al planeta de Onix, un mundo fortaleza del Imperio, donde se distribuirían los supervivientes y los rezagados miembros del Astra Militarum se reagruparían, descansarían y se prepararían para su siguiente asignación.
Los restos del 58.° de Cadia y del 3.° de Catachan se encontraban en la capital del Mundo Fortaleza, reposando y procesando los hechos trashumantes que acaban de vivir, o bueno, traumantes para unos cuantos.
—Fua, fue algo increíble. Ni en mis mejores sueños hubiera imaginado una Invasión Tiranida así.— Dijo la Teniente, emocionada por la barbarie que acababa de vivir en carne propia.
—¡¿Como que increíble?! Millones fueron devorados y miles de nuestros hermanos y hermanas murieron en combate, ¿para ti esto fue increíble?— Reclamo la Sargento, enfurecida por la ligereza con la que se estaba tomando los eventos acontecidos hace unos días.
—Entiendo la gravedad de la situación Auro, pero no hay nada que hayamos podido hacer más haya de nuestras capacidades. Tenemos que vivir y aceptar nuestras acciones y destinos. Si no viviríamos culpémonos.— Explico con calma y serenidad Lia, sorprendiendo a la Sargento por la repentina confianza que le tenia la teniente.
—Con el debido respeto, Señora.-
—Dime Lia, acabamos de pasar por una experiencia traumática que no unió, y tenemos la misma edad.— Interrumpió la Catachana, corrigiendo el tono respetuoso de la Teniente.
—Lia, entonces. Estoy en desacuerdo contigo, debemos de respetar a los difuntos y a la gente que falleció para que nosotros estemos aquí presentes. —
—Estoy de acuerdo, pero: ¿de qué sirve que nuestros hermanos y hermanas de batalla se hayan sacrificado si nosotros no podemos vivir y gozar del regalo que nos dieron?, el regalo de la vida.— Concluyo Lia, golpeando con contundencia el argumento de la Cadiana, dejándola muda.
—Te doy la razón.— Derrotada, la Sargento se retiró a su carpa, reflexionando sobre la discusión/charla que había tenido con su superior, la cual había renegado de su rango, haciendo que le hable como un igual. No sabía qué pensar; únicamente quería meditar y saber qué hacer a continuación.
En la nave en la que habían llegado aún se encontraba un ingrediente de primera calidad, esperando a ser cocinado con suma maestría por alguien que dominaba la concina con Xenos.
La Teniente Lía se puso manos a la obra, tenia que hacer un Estofado de Tiranido cuanto antes, tenia muchos comensales y poco tiempo. Sería un verdadero reto culinario.
Sin embargo, no podía hacerlo, le faltaban manos capaces que pudieran cortar a la alimaña con la experiencia que solo un miembro veterano del Astra Militarum podía tener. Su Comandante se ofreció a ayudarla, pero lo rechazo de forma inmediata. Tenia en mente a otra persona.
Aurora se encontraba él su carpa solo con la ropa de entrenamiento, sin zapatos, mirando al techo sin saber exactamente qué hacer; cuando de forma brusca y sin previo aviso, Lia entro con su propio permiso a la carpa de su subordinado, sorprendiendo a la Sargento, que actuó con pánico, reduciendo a la teniente y poniendo en su yugular su cuchillo de combate, recién afilado.
—Hola para ti también, Auro.— Dijo con un tono sarcástico su superior, que en el fondo se encontraba con miedo de morir degollada por la persona que justamente andaba buscando.
La Cadiana reacciono, y rápidamente quito su cuchillo de la garganta de la contraria, para posteriormente ayudar a levantarla. No era su intención casi matar a Lía.
—Lia, disculpa. No sabía que ibas a entrar a mi tienda. Aunque no está mal llamar antes de irrumpir en la carpa de alguien.-
—Perdonada. Por favor, permíteme recrear de nuevo la entrada.-
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Relatos del Milenio 41
FanfictionLa documentación de los hechos ocurridos en la inmensa historia de la creación no es una tarea sencilla, se requiere de mucho esfuerzo, dedicación y tiempo para realizar obra de semejantes proporciones. Miles han intentado unir todos los fragmentos...