En el planeta de Tressa IV habían sido llamados varios miembros del Astra Militarum para contrarrestar una inminente invasión tiranida al planeta. Algunos de los miembros no sabían de la existencia de los tiranidos, mientras de que otros tenían familiares, amigos o incluso ellos mismos eran veteranos de las Anteriores Guerras Tiranidas, conociendo de antemano la amenaza a la que se iban a enfrentar.
Entre los regimientos de Cadianos que habían sido convocados a Tressa estaba en 598° regimiento de Combate Cercano, especialistas en el uso de lanzallamas y escopetas, lo necesario para estar en la primera línea de defensa del planeta, y más en contra de adversario tan letal como lo es el Enjambre Tiranido.
Acompañando al 58.° se encontraba el 3.º de Catachan, los cuales eran veteranos en el combate contra las alimañas traga-mundos. Sus miembros eran de los más curtidos de la Guardia Imperial, siendo criados en un entorno hostil desde que eran pequeños y luchando en el frente cada vez que podían; algunos oficiales y comisarios los llamaban locos, otros, la primera línea de defensa de la Humanidad.
Al descender, más de la mitad del planeta, incluida la capital, se encontraban bajo el control enemigo; solo quedaba ayudar a los civiles a llegar a las naves de evacuación cerca del Ecuador, una zona bastante calurosa, donde los tiranidos eran ligeramente más vulnerables.
Las trincheras cerca de Tessia, donde se encontraban las naves, eran el campo de batalla más sangriento que muchos jamás verían, con miles de cadáveres, tanto de aliados como enemigos. Era una carnicería, sin embargo, había quienes estaban disfrutando de la situación, amando como la adrenalina se apoderaba de su cuerpo mientras mataban horda tras horda de Tiranidos, esos locos eran los del 3° de Catachan, dirigidos por el Comandante Richard y su Teniente Lia.
Por el lado de los Cadianos, todos los altos mandos habían caído, solo quedando la Sargento Aurora, a cargo del ya diezmado Regimiento.
Llego un punto en el que los tiranidos habían abierto una brecha en la trinchera, entrando y masacrando a los soldados que se encontraban ahí dentro. Luchaban con un espíritu indomable, pero incluso para los Cadianos, los Tiranidos eran demasiado aterradores, algunos huyendo, pero al instante siendo devorados o ejecutados por los pocos Comisarios que quedaban.
Desde la ciudad se informó que las naves habían evacuado con éxito, y que ya podían retroceder poco a poco para su extracción. En poco tiempo, un Inquisidor volaría el planeta con un Exterminatus, y más les valía no estar ahí cuando eso pasara.
Varios valientes hombres y mujeres se habían sacrificado para cubrir la huida de sus hermanos más jóvenes, pese a esto, un solo tiranido había logrado penetrar dentro del Hangar, llegando de donde se encontraban la Teniente Lia y la Sargento Aurora. Aurora ya había aceptado su muerte, puesto a que el monstruo iba directamente a por ella. Espero segundos que le parecieron eternos, con su mano queriendo alcanzar la espada motosierra que tenia detrás, pero sabía que no había tiempo, iba a morir. Pero no murió.
En un inesperado giro de los acontecimientos, la Criatura fue interceptada por la Teniente, batiéndose a duelo a puño limpio y después ejecutando a la atrocidad con una machete oxidado que colgaba de su cinturón. Fue una pelea limpia, muriendo el tiranido y no habiendo heridas visibles para la teniente.
—Muchas gracias, Señora. Le agradezco el que lo haya eliminado. De no ser por usted estaría muerta ahora mismo—. Mostró su agradecimiento Aurora, que se encontraba agitada por lo acontecido.
—No hay nada que agradecer, pequeña cadiana. Solo ayúdame a subir el cadáver de la bestia a la nave—. Expreso Lia con mucha naturalidad, palmeando la espalda de la sargento y dirigiéndose hacia el cuerpo.
—¿Qué?—.
—Oh, no me escuchaste. Perdón; dije que si me ayudas a subir esto a la nave. Hay que salir de aquí cuanto antes—.
—Señora, es un tiranido, es peligroso traerlo abordo. ¿Tiene autorización para hacerlo?—.
—Mmmm. Es buena pregunta, Sargento—.
Acto seguido, la Sargento le grito a su Comandante, preguntando si podía llevarse el tiranido.
—Lia, ¿para qué quieres llevarte el cuerpo?— Pregunto su oficial superior tras oír la singular petición.
—Quiero hacer un estofado. Mi abuela que lucho contra los Tiranidos durante la Primera Guerra y tuvieron que comer Tiranidos durante días para sobrevivir—. Explico con toda la serenidad del mundo mientras agarraba una de las patas del Xeno y lo empezaba a arrastrar a la nave.
—¿¡Como que se lo va a comer?!—. Protesto enseguida la Sargento. No entendía como alguien considerara siquiera comer esa cosa, por llamarlo de esa forma.
Antes de que siguiera con su regaño, el Comandante Richard dio visto bueno a la petición de su segunda al mando, pidiendo también probar la tan exquisita comida.
Todos salieron ilesos del sistema, con hambre, pero con un delicioso festín en el futuro cercano, para la desgracia de la Sargento Aurora.
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Relatos del Milenio 41
FanficLa documentación de los hechos ocurridos en la inmensa historia de la creación no es una tarea sencilla, se requiere de mucho esfuerzo, dedicación y tiempo para realizar obra de semejantes proporciones. Miles han intentado unir todos los fragmentos...