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—Harry, me gustas tu, me gustas de verdad.— dijo Ben casi susurrando, tan cerca de mis labios, con una mirada dulce penetrando sobre mis ojos mientras se acercaba cada vez más a mi rostro.— Jamás me he sentido de esta manera, no como tu me haces sentir.

Me sostuvo de la cintura, atrayéndome cada vez mas a su cuerpo con la intención de quitar el espacio que quedaba entre los dos.

El príncipe estaba tan cerca de besarme, tan, tan cerca, y lo habría hecho si no fuera por el ruido seco de una rama rompiéndose. Alguien nos había estado siguiendo.

Instantáneamente me puse a la defensiva, empujando al príncipe lejos de mi, sacando una navaja de su bolsillo, (la único arma que no me había decomisado la escuela), propuesto a enfrentar a quien sea que se escondía. Pero cuando fui al lugar de donde provino el ruido no encontré nada, nada ademas de ese tedioso cabello morado que incluso el padre de Doug podría reconocer su propietario.

***

—¡Esto es tu culpa, Mal!

Era horrible, ella ya sabia que el plan no estaba yendo como esperaba, pero jamas pensó en la posibilidad que su hechizo haya fracasado tan mal.

Habíamos estado siguiendo al príncipe toda la noche, tratando de encontrar el momento perfecto para volver a darle el hechizo de amor. Pero fue una gran sorpresa para todos presenciar aquella escena tan intima con aquel entupido pirata.

—¿Mi culpa?, ¿¡cómo iba a saber que Ben se comería la galleta enfrente de Harry!?— su madre iba a preguntar pronto por sus avances, no quería decirle que todos, todos y cada uno de los planes ideados para enamorar al príncipe terminaron en tragedia.

—Chicos, cálmense.— Evie interfirió en la discusión.— ¿No hay otra forma de darle el hechizo a Ben?

—No, ese hechizo de amor era el mas fuerte que tenia en el libro, y tal vez podría intentar usar el de anti-amor si a Harry no se le hubiera ocurrido meterse entre mis cosas.— porque ella estaba segura de que el único que tenia el atrevimiento era él.

No podía creer que esta era todo, jamas le probaría a su madre que podía ser mala, que podía ser igual que Maléfica.

—¿Creen que el hada madrina se enoje mucho si supiera que Ben esta siendo hechizado?— Jay hablo de repente, recibiendo solo miradas confundidas.— Escuchen, creo que tengo algo, si los reyes se enteran que Harry maldijo a su pequeño hijo príncipe, ¿no creen que podrían, no lo se, echarlo de aquí?

—Pero Harry no hechizó a Ben, esa fue Mal... ¡Oh!— Evie dio un un pequeño salto cuando por fin comprendió lo que quería decir.— Pero, ¿cómo haremos que nos crean?, jamas nos creerían, venimos de la isla.

—No te preocupes por eso, tengo a alguien en mente que nos puede ayudar.

***

No tenia idea de como sentirse después de la noche anterior.

Me gustas Harry.

No podía quitarse esas palabras de la cabeza, pero tampoco se sentía tranquilo pensando en que algo estaba mal, era como si el príncipe tímido que hasta ahora conocía, que no se podía acercar tanto a el sin ponerse rojo de la vergüenza, se haya ido.

—¿En que piensas?

Jamás, en toda su estadía en ese castillo, imaginó tener a esa imagen de Ben frente a él, con un brazo apoyado contra su casillero y con una sonrisa picara en su rostro. Nunca lo admitiría en voz alta pero casi, casi, se le hizo atractivo.

—En que cada vez te pareces más a ese niño mimado con rulos.

—¿Chad?, no me parezco en nada a el— dijo Ben con el ceño fruncido, hasta que ambos vimos como Chad estaba en la misma posición que Ben, coqueteando con una de las animadoras para que a los pocos segundos reciba una cachetada que, como a cualquier otro hombre, nos dolió ver. Ben rápidamente optó por pararse en una posición mas normal— De acuerdo, ya entendí.

No pudimos evitar reírnos.

— Te queria avisar que la practica con espadas es esta tarde, ¿Si irás?

— Ya te había dicho que si.

—Claro, solo quería asegurarme que no huyeras como ayer.

—Yo no huí, ademas fue una promesa, jamas la rompería, mucho menos a un príncipe como tú.

—¿A un príncipe como yo?

No sabia en que momento fue, o como me tomo con la guardia baja, pero Ben me había acorralado contra los casilleros, no fue brusco, o con enojo, solo fue rápido. Pude ver con claridad como el príncipe se perdía entre mis ojos, para luego perderse entre mis labios, podía sentir su mirada penetrante sobre ellos. Estábamos tan cerca uno del otro, que prácticamente sentía su respiracion sobre mi rostro.

A este punto ya no me importaba mucho que Ben sea el príncipe o futuro rey de Auradon, tampoco que bajo los ojos de todos teníamos que ser rivales a sangre fría, pues yo no odiaba a Ben, jamas podría odiarlo.

¿Como podria odiarlo si lo tenia a centímetros de besarlo?

—¡¿Dónde esta Ben?!

Era imposible que alguien no haya escuchado ese grito. Era Audrey, obviamente era ella, empujaba a todos para que le den paso, con su séquito de porristas detrás de ella.

—Supongo que debo huir.— dijo Ben intentando ocultar su miedo a lo que sea que Audrey le pudiera hacer.— Nos vemos en la tarde.

Y aunque el príncipe se despidió sonriendo, salió casi corriendo del lugar

***

—¿Como crees que la este pasando Harry ahora?— pregunto Gil mientras se metía un puñado de uvas a la boca, tomando su primer descanso del día.

— No lo sé, Gil, estoy ocupada, necesito concentrarme en esto.— dijo Uma ni si quiera mirándolo, totalmente ensimismada en perfeccionar su plan.

—No lo has llamado en días, ¿No te preocupa si la esta pasando mal? O incluso si la esta pasando bien, tu eres su mejor amiga-

Un ruido fuerte hizo lo hizo callar, Uma había golpeado la mesa con sus puños apretados.

—¡Por supuesto que me preocupa!, pero el ya no es un niño como antes, Gil, el se las puede arreglar solo.

En ese momento ambos se quedaron en silencio, acordando, sin necesidad de hablar, en no volver a tocar el tema.

Hasta que alguien deicidio interrumpir ese silencio tan calmo.

—¡Uma, el tercer barco está teniendo algunos problemas que...!

El pirata que había entrado a la habitación entendió que no debió aparecer justo en ese momento, y lo entendió aun mejor cuando Uma lo saco a patadas de allí.

Gil solo la miro, y Uma lo miro también. Solo puso los ojos en blanco, ya estaba harta.

—Bien, lo llamaré.

Entre coronas y garfios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora