Robyn Goodfellowe, una joven aprendiz de cazador, viaja a Irlanda con su padre para acabar con la última manada de lobos, por orden de Lord Protector. Pero un día, Mientras exploraba las tierras prohibidas fuera de las murallas de la ciudad, conoce...
Mebh, Robyn y la manada siguieron el espíritu hasta la entrada secreta de su guarida. Cuando la pared de vegetación se abrió para darles paso, sus hojas y raíces se marchitaron de manera inmediata, señalando que no era buena señal.
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Los diseños talados en los troncos y piedras que se encontraban en el camino brillaron cuando el espíritu pasaba, apagándose una vez cuando ya estaba lejos.
Mientras tanto, Lord Protector y su tropa de soldados continuaban incendiando el bosque sin remordimiento alguno, mientras que el señor Bill, encadenado, miraba el cuerpo de su pequeña hija, llorando de impotencia.
"Por favor, Robyn, despierta" eran sus suplicas.
En la cueva, el espíritu pudo llegar donde descansaba su cuerpo humano. Se reincorporó mientras que Robyn, Mebh y la manada miraban como el cuerpo de la mujer se formaba una profunda herida en el pecho.
"Mami..." balbuceó Mebh, bajándose del lomo de su amiga para trepar en los brazos de su madre. "Por favor mama, respira". Puso una mano sobre la herida, viendo como todavía se expandía.
"Puedes curarla, ¿Verdad?" preguntó Robyn
"Yo nunca he curado una herida tan grave como esta" le respondió. "Tomará tiempo".
Se concentró brevemente, dando un primer aullido para que su magia fluyera por todo su ser. Aulló una segunda vez, levantando su mano para que la magia pudiera tomar forma, lista para que bajara y...
Un estruendo, seguido de un temblor, interrumpieron la curación.
"Debe ser Lord Protector y sus soldados" dijo Robyn. "Cura a tu madre, yo lo detendré".
El lobo gris se apresuró en salir de la cueva. Mebh, aún dolida por lo de su madre, sabía que su amiga iba a necesitar toda la ayuda posible. "Vayan con ella" le ordenó a la manada, quienes se abalanzaron hacia la salida.
