𝗖𝗶𝗴𝗮𝗿𝗲𝘁𝘁𝗲𝘀 𝗔𝗳𝘁𝗲𝗿 𝗦𝗲𝘅

𝑂𝑏𝑙𝑖𝑔𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑎 𝑛𝑜 𝑎𝑚𝑎𝑟

Me levanté el martes a las siete de la mañana. Bastante antes que Sunghoon.   

                     

Tomé un baño y me fui directamente a la cocina, saco del refrigerador tocino, huevos, algunas verduras. Me apuro a cocinar para cuando Sunghoon despierte.   

                     

No le pregunté nada anoche.   

                     

No quise preguntarle nada acerca de su padre porque no quería hacerlo sentir mal de nuevo. Así que evité hablar del tema.   

                     

Sunghoon se levanta una hora después, está todavía un poco dormido, pero puedo notar que al menos se ha levantado unos diez minutos antes. Levanta las cejas cuando me ve.   

                     

Dejo todo en la cocina y me acerco a él, me abrazo de su cintura, sonrío cuando me corresponde el abrazo y se acerca.   

                     

—¿Ya te lavaste los dientes? —digo, él se ríe.   

                     

—Sí. —murmura, mientras se acerca a besarme. Subo mis manos a sus hombros. Sus manos bajan a mi trasero y me impulsa hacia arriba. Cruzo mis piernas en su cintura enseguida.   

                     

—Buenos días. —murmuro sobre sus labios, él sonríe, aún besándome.   

                     

—Nunca me habían dado uno mejor. —levanto mis cejas, sonriendo. Llevo mis manos a su cabello.   

                     

—¿Te gustan los huevos con tocino? Me tomé el atrevimiento de cocinarte. —él asiente.   

                     

—Sí, me gustan, pero contigo me era suficiente.   

                     

—Mhm, pero no estoy en el menú.   

                     

—¿Ni en el especial? Estoy dispuesto a pagar el triple por él. —me dice, besándome de nuevo, suspiro.   

                     

—Con uno es suficiente. —susurro, me lleva al mueble enseguida, una de sus manos se cuelan en mi camisa mientras cierro los ojos y levanto mi cabeza, dejándole mi cuello a su merced. —Va a enfriarse la comida. —murmuro.   

                     

—¿De verdad te importa la comida? —me dice, levantando mi camisa. Me río.   

                     

—Sí, yo la cociné. —lo escucho reírse. Ojalá pudiera congelar este momento y no avanzar en el tiempo. Ser Sunghoon y yo así de felices todos los días. Libres, sin preocuparnos de qué va a pasar una hora después. O si lo ven salir de mi casa, o si me ven besándolo.   

                     

—Te salvaste por eso. —me río, voy a la cocina y termino de servir todo, él me mira desde la sala.