Aunque no es una costumbre para mí, he despertado apenas salió el sol, porque tengo nuevos intereses.
Mis nuevos intereses incluyen a un esclavo que tiene abdominales bonitos.
Hablo de que soy un rey que debe cumplir con sus responsabilidades, y una de ellas es encargarme de ver si mis esclavos son productivos.
—¿Buenos días? —pregunto al abrir mi puerta y ver a los guardias de mi piso riendo.
Al escucharme, se acomodan en el pasillo y bajan las cabezas, haciendo una reverencia.
—Buenos días, majestad —sueltan todos a la vez.
Camino a las escaleras y noto que miran el reloj principal, regañándose entre ellos.
Parece que les ha tomado por sorpresa que esté despierto.
—¿Majestad? —pregunta Drake confundido, apenas llego al patio y hace una reverencia— buenos días.
Agarro las hojas que él tiene en la mano, y trato de leerlas.
—Buenos días, ¿llegué a tiempo para iniciar con las actividades programadas para hoy?
—S-Sí, usted… ¿descansó?
—Dormí excelente, agradezco tu interés.
Él carraspea, asintiendo.
—Me complace que así sea, ¿quiere acompañarme a revisar los cab…?
—¿Y los esclavos nuevos? —pregunto interrumpiéndolo— ¿Ya tienen un trabajo asignado?
Lo veo buscar en las hojas que le quedan, antes de hablar.
—Los coloqué en la construcción de los calabozos.
—Oh, esa es una labor importante, los calabozos son importantes, porque la seguridad es importante, cuando encerramos… encerramos importantes delincuentes.
Jamás he visto un calabozo en mi vida, y no tengo idea de por qué los necesitamos.
Ya hay cárceles en el pueblo, ¿acaso no es suficiente?
Drake me mira un par de segundos en silencio, y asiente, apenas se da cuenta de que espero una respuesta.
—Sí, sí, majestad, ¿desea observar los avances?
—Si insistes, no puedo negarme.
—También podemos ir al establo a…
—Observaremos los calabozos por horas —digo con la voz dura, para que entienda que es una orden— camina ya.
A mí no me importan los caballos, ya hay gente que se encarga de eso.
Los calabozos son ahora la prioridad.
Me detengo al lado de Drake, cuando empieza a hablarme de planos y construcciones, pero no estoy escuchando, porque intento encontrar lo que quiero ver.
Demoro algunos segundos en ubicarlo.
La forma en que sus manos se tensan, cuando levanta la tierra del piso, me hace pensar en todo lo que podríamos hacer juntos con esa fuerza.
Es tan atractivo.
Sé que es solo un esclavo, pero si me tenemos sexo una vez, estaré satisfecho.
—¿Majestad?
—¿Qué? —pregunto volteando molesto, porque está interrumpiendo.
—¿Hay alguna modificación que considere hacer?
—No soy arquitecto —respondo girando los ojos.
Pero soy inteligente.
Podría simplemente dar una orden, pero hay mucha gente cerca, y no sería profesional.
