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Los hematomas que tenía en su cuerpo le dolían mucho, ahora mismo su sola existencia era miserable

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Los hematomas que tenía en su cuerpo le dolían mucho, ahora mismo su sola existencia era miserable. Estaba tan entumido por el dolor de las heridas abiertas que emanaban sangre rojiza.

— Buenas noches, Kyojuro~

Dijo Akaza mientras daba presencia en la habitación dónde yacía Kyojuro, sosteniendo  una cubeta de agua caliente en sus manos y una toalla envuelta en su antebrazo. La víctima tan pronto como lo vió entrar, se encogió asustado, no quería ser reprendido por Akaza.

— ¿Me tienes miedo? ¿Porque? La única persona responsable de lo que te pasa, eres tú. Sabes perfectamente qué nunca te irás de mi lado, y que ahora todo tú me pertenece. Toma ese castigo por cortar tu hermoso cabello sin mi permiso.

Los ojos del joven Soyama reflejaban tranquilidad, parecía no importarle todo lo que le estaba haciendo a Kyojuro. Ese ser vil no merecía nada de compasión, necesitaba arder en las llamas del infierno.

— Mírate, estás todo llenó de sangre y sudor, es repugnante. Limpiare tu cuerpo antes de darte de comer, olvide alimentarte en toda la tarde así que debes tener hambre.

— No tengo hambre... — Dijo en un susurro caso inaudible.

— ¿No tienes hambre?

De la garganta de Akaza salió una risa que trataba parecer burlona, no lo parecía. Dejó la cubeta que sostenía en el suelo para no vertir encima suyo toda esa agua caliente, que seguramente le provocaría quemaduras no mortales. Se abalanzó hasta dónde se encontraba el cuerpo débil de Kyojuro y lo tomó sorpresivamente del cuello, apretándolo con odio, casi pareciera que quería acabar con su vida en ese instante.

— ¡No tienes hambre! ¡ERES UN MAL AGRADECIDO! Yo te amo, te amo mucho y de ti solo recibo rechazo. ¡¿Acaso no te preocupas por mí!?

El rubio solo soltaba gemidos de dolor, interminables jadeos de desesperación mientras pataleaba en un intento inútil de escapar del agarre. Su rostro se tornaba rojo por la falta de oxígeno, sentía como su tráquea pronto sería destrozada por la presión ejercida en su cuello.

— ¡Merezco todo este dolor! ¡DÍMELO DE UNA MALDITA VEZ!

La estrangulación de Akaza estaba haciendo que las arterias carótidas del cuello de Kyojuro no pudieran llevar el oxígeno necesario para hacerlo mantener la consciencia. Poco a poco comenzaba a desvanecer, el aire en su cerebro era prácticamente nulo. Después de un instante, Kyojuro dejó de patalear, dejó de emitir sonido alguno, finalmente había fallecido.
En ese momento, en ese sitio lúgubre, ese hombre enfermo le arrebato la vida a un inocente jovencito, quién tuvo la maldición de conocer aquella noche a Akaza.

La ira del psicópata asesino se esfumó cuando sintió el último aliento de su amado. Los ojos de Akaza observaron con miedo lo que había pasado, alejó sus manos del cuerpo inerte del rubio, mirándolo fijamente.

— Kyojuro.... Despierta... ¿Estás jugando verdad? ¡MALDITA SEA DESPIERTA!

Atemorizado se tiró al suelo, alejándose del cadáver del florista.

— Muerto, está muerto... Lo maté, ¡Lo maté!

Me pone triste está muerte, pero no deseaba que Kyo siguiera sufriendo

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Me pone triste está muerte, pero no deseaba que Kyo siguiera sufriendo. Él merecía mucho más, vivir feliz.

¡Besos dulces para todos ustedes! ✨😿

𝙹𝙸𝙶𝚂𝙰𝚆.// AkarenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora