V. Ancestro

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El vínculo.

Fue un concepto interesante e incomprensible para aquellos sin raíces primitivas. Especialmente los humanos.

Ocurría en la naturaleza con normalidad. Entre animales sin conciencia y espíritus cambiaformas.

El vínculo ocurría una única vez. Era encontrar un complemento, aquella criatura destinada a ti. No fueron inusuales los vínculos entre criaturas distintas. En felinos de diferentes tipos y variedad de aves.

Fue más extraño aún vincularse a un humano.

Aquello fue presagio de la tragedia. Lo llamaron una desgracia. Después de todo, humanos y cambiaformas no existían bajo una misma naturaleza; el tiempo y las costumbres humanas detonaron separaciones abruptas.

Los humanos no comprendieron sus sentimientos con la misma claridad que otras criaturas. Ellos dudaban, se corrompían, se escondían y se movían bajo motivaciones que les beneficiaban pisoteando a otros. Por ello, la unión se convirtió en una gran carga para el vinculado.

Para los humanos fue fácil desatenderse de sus sentimientos. Solo dar la vuelta y apartarse para continuar sus vidas sin mirar atrás. Eran capaces de prometer su corazón en un instante y luego irse, casarse con alguien de su especie, continuando una vida doméstica plácida hasta su muerte.

Entre los espíritus y cambiaformas, vincularse con alguien fue un compromiso de por vida. Si no eran correspondidos vivían con el corazón roto e incapaces de amar a nadie más. Algunas veces el rechazo provocó resentimiento y aislamiento; en situaciones más trágicas muerte por corazón roto. En su mayoría, una preocupación e interés constante por salvaguardar la felicidad del otro aún si dicha felicidad no era a lado de su predestinado.

Fue asombroso e inconcebible para Wei Ying entender que se vinculó a una humana.

Su humana fue una belleza pálida de las altas montañas. Habitante de un poblado antiguo y próspero donde la neblina se alzaba sobre las casas y el gélido provocó hielo y tormentas nevadas a lo largo del año.

Ocurrió sin siquiera buscarlo. Wei Ying estaba en sus andanzas por el bosque, enfocada en sus propios asuntos. Entonces lo sintió, fue tan abrumador como un flechazo atravesando la carne y su corazón.

La mujer humana paseó sin preocupaciones a través de una larga senda que encaminaba a una cabaña en lo alto de una empinada. Su cuerpo fue ocultado en capas de tela, pero la curva de su cuello reveló que era delgada, y los rasgos faciales evidenciaron a una mujer sumamente joven.

Sus ojos de un tono inusual se comparaban al ámbar de los lobos, exponiendo la astucia de un búho. Su melena larga se trenzó con lazos y cintas blancas, que Wei Ying supuso fue algo cultural de los humanos.

Cuando la vio, sus patas emprendieron la carrera hasta ella. Siendo imposible apartar cualquier pensamiento sobre su persona. En labios rosados como frambuesas y semblante serio. Incluso la manera en que se desplazó con movimientos lentos. Tan lentos que sería blanco fácil para cualquier depredador al acecho.

La idea la perturbó y su zorro interno llamó a protegerla como haría un auténtico alfa.

Cuando los metros se redujeron fue capaz de percibir su olor con mayor concentración. De pronto, ella estuvo en todos lados y fue lavada al viento en todas direcciónes.

Su cuerpo forzó la transformación humana, en consecuencia sus largos dedos se flexionaron tratando de tocarla.

La mujer se paralizó de asombro tras observar su cambio.

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