VII. Llamamiento a la desgracia parte II

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Lan WangJi nunca había experimentado el frío seco del amanecer contra su piel desnuda hasta ese momento.

Debido a la convivencia con otros varones dentro de su morada familiar, la simple idea resultó en una gran locura. Sin importar lo acostumbrada que estuviese al frío, no ignoró la sensación que se filtró en su piel, y se expandió en sus pulmones.

Los rayos del sol se asomaron traviesos como destellos en la lejanía a través de las montañas nevadas. Aquella imagen de paisaje onírico se presentó manteniendo el toque aún artístico y cautivador.

Los cielos se tiñeron en una interesante mezcla de colores oscuros, rosados y naranjas sobre nubes blancuzcas como el algodón más puro, y la lana oscura de ovejas negras.

Apreciar la vista, gozar del sonido de las aves y el fluir del manto acuífero fue pacifico. Un sueño fantasioso del cual WangJi no deseó despertar pronto.

"... Yo podría hacerte muy feliz" señaló Wei Ying con una sonrisa tierna pero cautelosa.

De alguna manera, terminaron envueltas en la melancolía. Como si en aquellos instantes fueran nada más que un par de amantes trágicos. Fue un poco desafortunado. Minutos y horas atrás se dedicaron a compartir el calor de su cuerpo, hacer promesas de amor eterno en su piel, y besar las lágrimas derramadas en sus mejillas.

"No dudo de eso" Completó WangJi. Su sonrisa gentil aligeró la ansiedad de Wei Ying, aunque no lo suficiente. Pese a ello, el corazón del zorro se derritió en anhelo de solo verla.

Wei Ying se estremeció deseosa de besar el rostro níveo de su amante, solo por ser ella. Sus narices se rozaron apreciando la sensación helada en la piel de Lan Zhan.

Estaba enamorada.

Tan perdida e irrevocablemente enamorada de su humana.

Incluso si Wei Ying moría y reencarnaba la querría. Porque no existió nadie más que su Lan Zhan. Cuando confesó sus inquietudes, ella tomó su mano y no temió ante la extrañeza de su comportamiento animal poco domesticado.

Los humanos temían a las criaturas como ella. Los cazaban y despreciaban a causa de tontas leyendas para infundir terror.

Lan WangJi no pensó así. Nunca lo hizo.

Se aseguro de expresar el tipo de criatura espléndida que era ante sus ojos.

"... Nunca tendrías hambre o frío, estarías protegida de todo peligro" Agregó Wei Ying a su propuesta.

Sostuvo su corazón en la mano, y lo ofreció a Lan Zhan.

"... lo sé"

Wei Ying preguntó con aflicción. Su voz se mantuvo suave, pero la turbación y duda se escuchó en las notas. "¿No me... quieres...?"

... ¿a tu lado?, no dijo.

Lan WangJi desvió la mirada con gran pesar, mientras se envolvían en un silencio extraño.

Ninguna de las dos tuvo prisa por terminar la interrogante.

No es que Lan WangJi no quisiera, simplemente fue complicado.

Wei Ying arregló la capa de pieles oscuras sobre el hombro desnudo de Lan WangJi. Fue la única prenda sobre su cuerpo, en un débil intento de protección contra el frio.

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