IV. Cuentos para dormir de una madre

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En la época en que Lan Zhan era solo un cachorro joven, su madre le contó sobre su legado familiar.

Le sentó en las cercanías del fuego mientras trenzaba su cabello, y con cuidado narró una antigua historia de generaciones anteriores, promesas de amor eterno e imposibles.

Lan Zhan fue muy joven para comprender la profundidad de las palabras de su madre. Aún así asintió a sus comentarios, mientras le besaba tras las orejas blancas.

"Es una reliquia familiar" anunció LiHua. "Es inigualable. Confeccionado hacía tanto tiempo, y permaneciendo en estupendas condiciones"

El manto de piel que fue presentado al pequeño zorro se destacó por el cuidado en los bordados que dieron su forma y los detalles con temas de zorro grabaron el nombre de su antepasado. Su madre informó a Lan Zhan que compartía nombre con su ancestro humano.

'Es una bendición, A-Zhan. Los ancianos dijeron que traería buena fortuna a tú destino', le explicó durante la infancia.

Lan Zhan solía juguetear con el patrón en las esquinas de la piel, pasando sus pequeñas garras sobre el zurcido desigual. Y disfrutó el olor impregnado de su madre cuando le cubría con la piel al dormir la siesta.

'A-Zhan, esto es proporcionado de generación en generación por nuestros ancestros'.

De acuerdo a las palabras de la mujer, la piel se trató del vestigio de su historia, y fue calzada en ritos y ceremonias particulares.

Los más antiguos eludieron que la tela poseía la propiedad de guiar a su usuario a su destino.

LiHua se burló escéptica ante la narración. 'No existe algo como un manto sagrado hilado por el hado.

Lan Zhan, tan joven e ingenuo como era, no logró formar una opinión concreta.

A lo que el cachorro deseó creer en eso que otros llamaban destino.

La pertenencia se concedió de bisabuela a abuela, y después a su madre. La ausencia de un vástago femenino le hizo merecedor de la piel. Lan WangJi conservó la piel, y su hermano mayor, XiChen obtuvo herencia de su padre cuando él mismo se apartó del camino para morir en solitario después de la pérdida de su esposa.

En vista de sus diferencias, no permanecieron juntos durante mucho tiempo. Su padre, tal como dictó su espíritu, se dedicó a vagar la tundra y laderas heladas. Regresó al lado de su compañera tal cantidad de veces hasta que el tiempo la robó de su lado.

Las narraciones de su madre en las agitadas noches de tormenta siempre evocaban historias de antepasados humanos, WangJi sabía tanto de los zorros como su padre compartió con él. Lo cual no fue mucho, siendo gran parte del entendimiento absorbido por el instinto animal.

LiHua dijo: "El manto fue confeccionado en función de cortejo..." la mujer acarició el rostro de su hijo menor y le sonrió con afecto. "Debido a las diferencias entre humanos y zorros su amor no prosperó, y nuestra gente lo llamó una maldición".

Ante la revelación desesperanzadora Lan Zhan regresó a su forma primitiva. Una diminuta mota peluda de blanco inmaculado se retorció en las piernas de su madre. El tono se volvió conciliador y el pequeño zorro se derritió en los mimos. "... 《Siempre viviré por ti, aunque nuestros caminos sean dispares; te amaré en esta vida e incluso en las siguientes》..."

Lan Zhan se removió ante el corte optimista. No importó cuántas veces la historia fuera narrada al cachorro, está siempre repercutió en su corazón de alguna manera.

A palabras de LiHua, su bisabuela se quedó sin aliento por el obsequio. Antes de dar una respuesta al espíritu este desapareció con el viento. Se compartió un beso a manera de despedida, y un aullido resonó a la lejanía.

¿Cuál fue el final de la historia?

Lan Zhan no lo supo.

La historia nunca tuvo un final claro.

"Es tarde. A-Zhan debería ir a dormir" Anunció a la criatura domesticada bajo sus brazos. Lan Zhan se quejó en un gimoteo bajo, el cual fue ignorado por la mujer. LiHua lo envolvió en su frazada y lo alzó sin nada de esfuerzo. Su cachorro era más pequeño que los niños humanos, y tan ligero como un recién nacido. La mota de pelaje fue suave y tierna al tacto provocando cosquillas en su nariz cuando inhalaba el olor de bebé en él.

Al momento en que la luz del fogón se atenuó, ella se recostó a su lado de la cama; arropándoles en pieles para conservar el calor. Finalmente, sopló la vela y no dio respuesta al relato.


***


La realidad no fue como los relatos narraron... la verdadera historia fue aún más dramática...

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