Aterrado

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El tiempo se volvió lento, una pelirroja solo observo la escena y solo hizo una sonrisa algo triste, sabía que nadie podía quitarle del corazón a esa chica pelirosa, entonces tomando su orgullo decidió partir a su casa mientras las lágrimas salían de sus ojos.

Mientras tanto los dos jóvenes se separaron y se miraron a los ojos, estaban demasiado sonrojados y su corazón latía demasiado fuerte, pero por inercia se tomaron de la mano como cuando algo les daba miedo y necesitaban el apoyo del otro.

Anya—la observo—yo

No sé qué acabo de hacer—bajo la vista—yo

El joven la abrazo con fuerza, se sentía correspondido, tenía tanto en su mente como el hecho de querer confesarle su amor con las palabras adecuadas, pero algo lo detenía mientras que ella sentía como su mente era una telaraña difícil de quitar.

Oye, creo que arruine tu cita—observo que la chica ya no estaba ahí

No importa—se sentía demasiado feliz—el lunes me disculpare con ella, pero dime ¿quieres ir a la feria conmigo?

¿No que la feria era algo de plebeyos? —se burlo

No, a mí me gusta ir contigo—la tomo de la mano de nuevo

Los chicos caminaron de la mano por las calles de Berlint mientras platicaban como si fuera un día normal, se sentían en confianza, pero aun no sabían cómo hablar de lo acontecido así que decidieron solo disfrutar el momento.

Llegaron a la feria y se subieron a los juegos, el hecho de que Desmond se subiera a los juegos de alturas le daba mucha ternura a Anya ya que sabía que a él le daba mucho miedo, era también entretenido para Damián ver la sonrisa de Anya cuando ganaba un premio o cuando él le gano un pingüino en un juego de escalinatas.

Era algo divertido, parecía que en ese día solo importaban ambos así que cuando el sol estuvo a punto de esconderse el joven la llevo a su casa y la abrazo fuertemente antes de irse.

Nos vemos el lunes—la miro a los ojos

Si—asintió—gracias por el pingüino

De nada—acaricio su cabeza—Anya yo quisiera decirte

//maldición quiero besarla de nuevo\\

La pelirosa se sonrojo demasiado y se escondió tras el pingüino algo que le provocó una risa divertida al peliverde.

Nos vemos entonces—empezó a caminar—adiós Anya

Adiós—alzo su mano—avísame cuando llegues

Claro—cerro los ojos y camino

La chica se quedó observando como el peliverde caminaba por las calles hasta que se perdía entre la multitud de las personas, sentía su corazón latir con fuerza, aun si tocaba sus labios sentía la sensación que tuvo hace rato y sus mejillas ardían, no sabía que estaba ocurriendo o porque no podía ponerle nombre a eso, pero se sentía volando por el aire.

¿Sucede algo? —una voz femenina se oyó

Mami—la observo—no, es solo que

Qué lindo pingüino—se emocionó la pelinegra—dime ¿te lo regalaron?

Ah—sus mejillas se volvieron a tornar rojas

Vaya, que sorpresa—sonrió feliz la mujer—ven vamos a preparar la cena y si gustas cuéntame todo

Las pláticas con su madre cuando su padre y su hermano no estaban presentes eran demasiado tranquilas ya que la pelinegra no la juzgaba o le lanzaba comentarios raros, solo la oía y si Anya lo permitía opinaba algo sin lastimar a la joven.

No idealices el amor románticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora