Eres a la única con la que quiero hablar

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El ambiente del departamento de Damián era desolador, la casa estaba en penumbras, había mucho desorden y comida botada en la mesa, el joven el cual se consideraba una persona que quería que todo se viera impecable ahora estaba convertido en un caos desde hace dos meses, aún seguía triste por el hecho de haber herido a Anya de tal forma que la hizo llorar bajo la lluvia, se sentía un idiota y un maldito cobarde porque era cierto, ella no tenía nada que ver con lo que Ken Grandchester planeaba contra su familia.

En esos meses, las cartas de Blackbell fueron de amenazas por hacer llorar a Anya hasta que un día la chica mando su última carta a donde comprendía la situación y le decía que ella cuidaría a Anya pero que nunca en su vida volviera a acercarse a ella.

Era algo que le estaba costando, porque aparte de su hermano y dos mejores amigos, Anya era a la persona a la que le contaba su vida y podía ser él mismo, pero él lo había arruinado por el hecho de desconfiar por chismes que su madre llevo y que gracias a su hermano mayor supo que era el plan de ella para dejarle el camino libre al mayor, el cual le agradeció su preocupación pero que él ya tenía a una persona especial.

Melinda era una mujer horrenda que amaba hacer sufrir a su hijo menor, por eso, aunque Damián quería ir a ver a Anya eso lo impedía ya que al fin podía dejar a la pelirosa libre de las cruces de los Desmond.

Pero mientras tanto su vida iba un poco en picada, si bien no había bajado en sus calificaciones en la universidad este se volvió un ermitaño ya que la mayoría de las chicas de la escuela solo querían estar cerca para poder meterse en la vida del joven que podía sacarlas de esa vida que llevaban, él no tenía que ser un hombre que leyera la mente como Anya lo hacía, pero si se daba cuenta de las intenciones de esas mujeres.

Entonces un día mientras el observaba la foto que tenia de ambos en la graduación de Edén, tocaron en la puerta y con pesadez se acercó a abrirla.

¿Ewen? —lo miro

¿Quién eres tú? —se sorprendió su amigo al verlo con barba, el cabello desarreglado y unas ojeras marcadas—maldición no eres tu

Cállate—suspiro

¡¡JEFE!!—grito Emile al verlo

¿Qué es lo que quieren? —alzo la ceja

Venimos a verte—el rubio le sonrió con tristeza—perdónanos si nos tardamos, pero estamos aquí para apoyarte en esto

El peliverde suspiro y los dejo entrar a su departamento, al inicio los dos jóvenes observaron la suciedad, no habían visto tan deprimido a su mejor amigo desde que su padre fue arrestado y eso les estrujo el corazón, sabían que su amigo era discreto para expresar su sentir, pero ese departamento era un grito de auxilio así que lo abrazaron.

¿Por qué no la ha buscado? —Emile comento mientras recogía la basura

Porque al fin ella puede ser libre de cargar mis cosas que no le corresponden—se sentó en sillón—creo que es lo más sano que puedo hacer

Bueno, en eso tienes razón, pero ¿no crees que estas siendo demasiado cruel contigo? —el rubio se acercó—digo no es como que Forger no quisiera buscarlo

No sé, Becky me dijo que no me acercara a ella nunca—señalo el montón de cartas de Blackbell

Sí, pero eso lo dice porque protege a Anya, nosotros le podemos decir que no la busque pero ¿es lo que usted quiere?—el robusto se acercó a su amigo—creo que el consejo o la plática que tuvimos ese día contigo te ha de haber afectado tu panorama, si nosotros hablamos de cómo nos iba en la vida pero tú, bueno aunque tenías privilegios como nosotros también tienes tus propias batallas que nosotros no comprendemos, no fuimos empáticos y creo que Forger fue la más empática, ella intento darte un presente amable y nosotros ese día solo fuimos una piedra

No idealices el amor románticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora