2. BÁSQUET

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Capítulo 2.

Basquet.

Zomar Bethsura, ese es mi papá, fan del deporte en general, pero más específicamente del basquetbol, así que desde pequeños nos inculcó el deporte a mi hermano mayor y a mí, todas las tardes antes de comer salimos a nuestro patio a practicar, tenemos una cancha dentro de la casa por lo tanto no hay excusas para no entrenar y solo algunos fines de semana nos deja descansar.

Él es super importante en mi vida, me ha ayudado en tanto y me apoya incondicionalmente, es como un cómplice, es guardián, ya saben, como algunos le llaman "un ángel".

Pase a mi primer año de preparatoria, tenía pocos meses de haber cumplido quince, me quedé en la misma escuela que mi hermano, él había pasado a su último grado, por lo tanto, es más grande que yo por solo dos años, así que solo cursaría un ciclo escolar con él antes de que pasara a la universidad.

Eran las 6 de la mañana aquel lunes, el día estaba bastante nublado.

- ¡Kathryn, vámonos! No puedes llegar tarde el primer día de clases – me despertó abruptamente.

- ¡Déjame en paz Ethan! ¿por qué demonios me despiertas? – contesté soñolienta y le aventé una almohada.

- No le puedes hablar así a tu hermano favorito – detuvo la almohada, la dejó en mi cama junto a mis piernas e insistió - vámonos ya, levántate.

- ¡Como molestas! Ya voy, aparte no eres mi hermano favorito, o sea sí, pero eres el único – él solo sonrió y se fue.

Me levanté, me metí a bañar, coloque un cómodo atuendo en mi cansado cuerpo, cepillé mi ondulada cabellera pelirroja, me puse rímel en aquellas pestañas largas y tupidas, baje las escaleras y comí el cereal que mi hermano me había preparado.

Ethan me apresuraba mucho, pues sabe lo dormilona y lenta que soy, mientras yo desayunaba, él tomó nuestras mochilas color menta y negra respectivamente y las colocó en los asientos de atrás, tocó el claxon dos veces, sabía que esa era la señal para irnos. Me venía dando un sermón de mis clases, profesores, recomendaciones, etc. Yo no le presté la suficiente atención, así que solo bajé la visera del carro, recorrí el espejo y me puse labial en aquellos suaves labios.

Llegamos a la escuela después de aquel largo camino, Ethan estacionó el auto, se bajó y tomó nuestras mochilas, para cuando yo bajé, el solo me dio la mía y caminamos al interior de esta.

- Sígueme por ahora, después te doy el recorrido para que ya puedas andar sola ¿en qué salón te toca? – caminó levemente apresurado, pues faltaban solo cinco minutos para las siete.

Curiosamente en su charla del carro me dijo que eran muy estrictos con la puntualidad, cosa que por casualidad no había escuchado. Saqué mi teléfono, revisé mi horario y respondí – En el C18 – Ethan al escuchar eso apresuró un poco más el paso.

Vaya sorpresa me llevé al saber que mi hermano era el centro de atención.

Al parecer las niñas se derretían ante el molestoso de Ethan, apenas entró a la escuela y una chica ya le había dado una carta, él la recibió junto con un rápido saludo, pero estaba más preocupado por la puntualidad de ambos.

Llegando al pasillo C, me señaló los salones y dijo que el 18 era de los últimos, pero que me apresurara, porque el profesor de historia era muy buena onda, pero tenías que caerle bien y tenía que ubicarme. Vi la hora y faltaba solo un minuto, no iba a recorrer 17 salones en un minuto, tenía que correr, no podía empezar mal el primer día.

- ¡BETHSURAAA!! – escuché una voz a lo lejos y volteé sin dejar de correr. Pero no era a mí a quién llamaban, sino a mi hermano; cuando regresé la mirada, un grupo de chicas venían hacia mí, entre las 4 tomaban cada esquina de un gran cartel y dos de ellas cargaban dos botes de pintura abiertos.

La lluvia del eclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora