Capítulo 4

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2007 

—Buenos días, señorita. Me gustaría ordenar una hamburguesa con queso doble, unas papas fritas y una gaseosa. 

Erika atendió la orden con una sonrisa.
Luego de irse este señor le dijo algo.
Erika frunció las cejas. 
Su jefe la llamó y le pidió tener cuidado.

Algunos minutos luego de salir, el hombre fue arroyado por un auto que iba a toda velocidad. La gente que caminaba alrededor a esa hora estaba perpleja con el accidente.  Si bien es cierto que los accidentes pasan, este había resultado bastante espeluznante. 

Erika se acercó al lugar, pero se dio cuenta de que se le estaba haciendo tarde para ir a la universidad.  Tenía que ir a una clase de geografía. 
Se fue caminando mientras repetía en su mente varias ubicaciones y se olvidó de la multitud, se puso a escuchar música con los audífonos puestos.

Alguien la estaba observando, pero ella no se había dado cuenta. 
El sujeto tenía un arma. 

Varias horas antes:
—Mire, Señor Hitraër. Siga a esta muchacha y elimínela. 
— El hombre de corazón frío miró la foto y no sintió lo más mínimo en cuanto a piedad se refiere.  Procedió a sacar un crucifijo de su bolsillo. El objeto era de plata y tiene grabados en oro. Entonces se echó una bendición.

Erika iba cantando por la calle y la gente la miraba raro. Pero ella se sentía contenta y no les prestó atención.  La chica entró en una tienda y se compró una galleta grande cubierta de chocolate y una bebida. 

Hitrër continuaba persiguiéndola.  Le habían dicho que la joven solía ser descuidad y podía andar sola en un callejón.  Así fue, porque Erika estaba terminando de comerse la galleta y decidió tomar un atajo. 

El tipo sacó el arma y la cargó.  pero un perro apareció. El tipo malo miró al perro con desprecio y lo apartó con el pie. Erika se estaba alejando. Entonces más perros aparecieron y le atacaron, el primero de ellos le mordió la mano; soltando así el arma.
Erika seguía caminando y no escuchó a los perros ladrar porque tenía los audífonos puestos, como siempre.

El hombre empezó a rezar unas plegarias y con el crucifijo hirió en un ojo a uno de los perros y a otro le dio una fuerte patada. El tercer perro saltó y le mordió un brazo, mientras el que había recibido la patada se reincorporaba para agarrarlo de la pierna.  En ese momento, mientras el mercenario gritaba el perro que más había sufrido se acercó a él; había una profunda ira en el animal.  Le mordió la garganta, el sujeto lo tomó con las manos y lo apartó de él, pero fue lo último que haría. Empezó a desangrarse mientras se movía bruscamente.

La policía llegó al lugar y notaron que el sujeto estaba siendo buscado por varios crímenes. 

Lo cual se informó esa noche en las noticias. Un individuo armado había sido atacado por unos perros. 
El callejón no disponía de cámaras. Los perros habían huido y salido de la ciudad. 
Tomaron una de las calles principales hacia una iglesia y se separaron.  Pese a esto el perro tuerto resultaba inquietante para quien lo veía. 

El que contrató al mercenario se enteró de esto y se quitó la vida, luego de quemar cualquier objeto que revelara su objetivo. La policía efectivamente llegó a relacionarlo, por una cuenta bancaria y con su muerte se cerró el caso. 

Erika se enteró de que una pieza del famoso fósil del plesiosaurio mascota de la corporación del museo, había sido tomada.  Notó que Anton estaba muy interesado en ese suceso, luego de haberle contado. 
Pero la joven se quedó decepcionada cuando vio que Anton prescindió de pedirle que lo ayudara con la investigación.   
Erika decidió que iría a verse con su amigo Billy y con su otra amiga Tanya.

—¿En serio hizo eso? — Le dijo su amiga Tanya.  — Erika asintió.
— Es un baboso. 

2008

Erika iba comiendo un helado, ella y los demás transeúntes notaron que una mujer iba distraída con su teléfono.
Sin embargo alguien más había visto que Erika miró hacia allá con rabia.
El taxi la golpeó bruscamente y ella murió al impactar con el pavimento.
Sin embargo Erika empezó a caminar rápido y empezó a llorar. Por más que esa mujer le hubiera hecho daño no podía celebrar eso.
Erika entró a un bar y pidió un par de cervezas.
— Disculpe. Deme dos cervezas por favor.  — Erika, dejó su identificación, para que el señor pudiera ver, pero estaba asustada, pero aunque el camarero dudó; lo que pidió le fue traído dentro del siguente par de minutos.
— Aquí tiene. Perdone, ¿ puedo saber porque está llorando?
— Shhh déjeme en paz.
— Bueno ...

Boris se encontraba en ese lugar. Se preguntaba que le pasaba a esa mujer y estaba cuestionando el hecho de que el cantinero le diera cerveza.
Sabia que darle vino también era razonable, pero en ese estado de tanta tristeza.  Además observó que la mujer se negaba a hablar.
Boris se mantuvo alejado, porque era mejor darle espacio.
Boris le escribió a Jessebelle y salió a verse con ella. 

— ¿Adivina a quién me encontré?
— A la muerte con patas. — Jessebelle Lucía malhumorada.

Boris le propuso que la ayudaran, pero ella se negó. Consideraba que era mejor estar lejos de ella por seguridad.

Alexandre se enteró de la muerte de Luna y esto le pareció curioso, pues sabían que Einar, el novio de Erika la había engañado.
Sin embargo se pudo comprobar que todo fue una imprudencia y un accidente.

Luna Henselt   y Heinar Karlsson se conocieron en un viaje que el segundo había hecho con Erika. En este momento Einar y Luna sintieron atracción mutua, entonces se empezaron a ver secretamente.

Erika los encontró juntos y además de terminar con Einar, a Luna la insultó.
Le dijo harpía.  Luego de esto se puso a llorar y salió corriendo.

Le fue difícil tener que ver a Einar en las clases, pero fue fuerte y estuvo con sus dos amigos.
Reprimió su rabia, pero esta regresó el día del accidente.

Luego de abandonar el bar, Erika decidió ir al museo.
Ahí estaba el Plesiosaurio, con la pieza recuperada.
Esto hizo que Erika sintiera que echaba de menos a Anton Kursh, pues este había dejado la carrera súbitamente.

Erika se acercó a la oficina y tomó un panfleto, entonces se puso a revisar los convenios. Después de realizar las expediciones regionales obligatorias y de graduarse. Vendría a trabajar en este museo y posiblemente se haría parte de las expediciones.



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