CAPITULO 8

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Realmente no sé en qué momento se me ocurrió ir sola al santuario. Llevo un hora dando vueltas sin saber exactamente a dónde debo ir y son pocas las personas que me han podido indicar hacia donde ir. Aún así, sigo perdida y sin poder llamar a nadie pues me olvidé el teléfono en casa. Jack y Cristina van a matarme.

Suelto un pesado suspiro al encontrarme frente a una escaleras. No se escuchaba nada más y me siento como si fuese el único ser vivo por esta zona. Admito que es una sensación espeluznante.

Dudo unos instantes acerca de si debería volver a mi casa y ya allí llamar a Mikey o a Draken para disculparme y quedar otro día en un lugar más localizable o seguir avanzando o buscando el lugar un poco más, con suerte los acabo encontrando.

Me decido por subir las escaleras para irme acercando a saber dónde. Lo único que me motiva a seguir avanzando es el sonido de unas voces muy a la lejanía. Ahora sí, veo unas bicicletas y más adelante un edificio antiguo. Con la esperanza de que sea el santuario que ellos me indicaron, aceleró el paso hasta que finalmente veo a un grupo de chicos sentado en la entrada de la construcción.

Menos mal que sí pude llegar aunque fuese mucho más tarde de lo acordado. Definitivamente no vuelvo a irme a sitios lejos sin alguien que me lleve mínimo una vez. Haber visto este lugar en el anime y en el manga en mi otra no significa que me acuerde años después.

—Lamento la tardanza —hablo, interrumpiendo la conversación que ellos estaban teniendo. En realidad me daba algo de vergüenza el haber interrumpido así por las buenas pero ahora que por fin llegué no pensaba irme.

Veo como todas sus miradas se posan en mí poniéndome aún más nerviosa de lo que ya estaba, hasta que veo los ojos negros de Mikey iluminarse y acercarse a mí con emoción hasta abrazarme.

—¡Viniste, Dorayaki!

—Si, me tardé demás porque me perdí en el camino.

—No te preocupes —acaba diciendo el del tatuaje de dragón en la sien y cabello rubio.

Mi mirada se dirige hacia todos los demás a quienes les dedico una amable y cálida sonrisa en cuando Draken me quitó a Mikey de encima.

—Creo que no me presenté como debía la última vez, soy T/N T/A, encantada de conocerlos.

El de cabello lila aún sigue sorprendido por ser yo la persona que esperaban, si es que aún seguían haciéndolo. Luego fue el primero en acercar a presentarse.

—Soy Takashi Mitsuya, y gracias de nuevo por haber salvado a mi hermana aquel día. —Hizo una reverencia de 90º, lo cual me puso aún más nerviosa.

—No te preocupes, lo hice con gusto.

—Yo soy Haruki Hayashida, pero puedes llamarme Pachin.

Por último, poso mi mirada sobre un chico de ojos ámbar y cabello negro el cual se sonroja levemente al ver que puse mi atención completamente en él. Luego me sonrió.

—Soy Kazutora Hanemiya.










—Soy Kazutora Hanemiya

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Había estado toda la tarde hablando y jugando con ellos hasta que ya comenzó a oscurecer y yo ya tenía que volver a casa. Aunque, siendo sincera, dudo que sea la única.

—¿Crees que sabrás volver sola?—pregunta Mitsuya algo preocupado.

Me encojo de hombros.

—¡QUEDATE A DORMIR EN MI CASA, T/N!

Niego suavemente.

—Tengo que avisar en casa para eso y estuve todo el tiempo fuera, dudo que me permitan más que esto.

Esa respuesta pareció no agradarle mucho al más bajito pues no sé saldría con la suya.

—Puedo acompañarte —propuso de pronto Baji.

—Si no es mucha molestia lo agradecería —dije apenada.

Él se alegró de que le permitiese acompañarme, aunque al final todos se unieron hasta el momento en que tuvieron que separarse por otros caminos: Mitsuya tuvo que marcharse para cuidar de sus hermanas, Pachin ya tenía que irse o si madre lo mataría y en cuanto a Kazutora pues bueno, ya sabía que no vivía en una calle precisamente pacífica y era mejor que volviese temprano, especialmente por el padre que tiene. Así se ahorra problemas.

Entre al supermercado junto a Mikey a Draken mientras Bajo esperaba fuera. Sin embargo, me aburrí dentro pues no me apetecía nada y salí a ver a Baji. Al no verlo decidí buscarlo hasta que lo veo siendo rodeado por muchos. Que patéticos.

Me acerqué con rapidez, salte y derribe a uno de ellos. Luego mire mal a los demás y comencé a pelear dejando salir todos esos dotes que mi madre ha ido cultivando en mi día a día. Por fin puedo poner en práctica sus enseñanzas.

No tarde mucho en derribar al grupo y ver cómo el pelinegro me miraba asombrado. Tenía algunos rasguños, se nota que había hecho lo posible para derrotarlos.

—¿Que ha ocurrido? —pregunto Draken quién nos buscaba junto a Mikey.

Vi que Baji se avergonzaba por la situación. Que lindo.

—Baji me defendió de estos tipos —mentí. —Sin embargo, por mi culpa tiene algunas heridas. ¿Quieres que cuando lleguemos a mi casa te las sane?

Trate de calmar la situación con esa pregunta pues el más bajo de todos comenzaba a tener la mirada cada vez más oscura. En un momento los saqué de allí y seguí yendo a mi casa.

Poco después Draken tuve que marcharse y llevarse a Mikey consigo a regañadientes por aprte de este último.

—¿¡Por qué el puede seguir con Dorayaki, Kenchin!?

—Cállate, enano.

Me reí en lo bajo por eso y ambos comenzamos a retomar el camino. Al parecer aún íbamos en la misma dirección hacia nuestros hogares.

—¿Por qué lo hiciste?

—¿El qué? —Decidí hacerme la que no sabía.

—Mentirles. Decir que fui yo quien los derrotó cuando todo el mérito lo tienes tú.

—Bueno, supongo que a mí no me defendiste pero si al gato que escondiste tras de ti. Que lindo de tu parte.

Su sonrojo se hace completamente notorio y acaba por mirar a otro lado hasta que por fin se desvía a una calle.

Tengo claro que deseo salvarte en unos años. Tenlo por claro, Baji.

Tokyo revengers x tu (Un nuevo comienzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora