El Rey del Invierno y la Reina del Verano.

Capítulo 22 : Saluden al nuevo rey y reina.

Desembarco del Rey 299 AC.

dani

Entraron por las puertas a caballo y entre fuertes vítores. Ser Barristan, Ser Jorah y Ser Arthur cabalgaban lo suficientemente cerca de ellos para que cualquiera que quisiera hacerles daño no encontrara un camino abierto para ellos. Los tres hombres vestían sus capas blancas y se veían resplandecientes con su armadura de la Guardia Real. Mientras que ella y Rhaegar vestían los colores de su Casa y ambos también estaban blindados. Rhaegar había insistido en garantizar su seguridad primero, aunque sentía que no corría peligro ese día.

Frente a Rhaegar, Arya se sentó y, de vez en cuando, Dany veía aparecer una sonrisa en el rostro de la joven. Por lo general, después de que Rhaegar le susurrara algo al oído. Sin embargo, la mayoría de las veces era con ojos cautelosos que su Goodsister miraba a los que se alineaban en su ruta. Muchos años antes, Dany había escuchado mientras el Magister Illyrio le decía a Viserys que se estaban cantando brindis y levantando pancartas en secreto para ellos en Westeros. Entonces no lo había creído, pero ahora, mientras cabalgaban, mientras resonaban los vítores, y cuando miró y vio estandartes con el Dragón de tres cabezas, se preguntó si había algo de verdad en las mentiras del Magister.

"Saludos a la Casa Targaryen".

"Los dragones han regresado".

"El rey Rhaegar y la reina Daenerys".

"La hija de Rhaella".

"El hijo de Rhaegar".

Los vítores casi paralizaron su corazón y tuvo que limpiarse una lágrima de felicidad de su ojo más de una vez. Cuando Rhaegar la miró con preocupación, ella negó con la cabeza y le sonrió para hacerle saber que lo que estaba sintiendo era alegría y no tristeza. Aunque su bienvenida no fue tan sincera como la que había recibido en Rocadragón, todavía lo apreciaba. La gente de King's Landing era voluble, había dicho Rhaegar, habían nombrado a su familia como verdadera y luego simplemente se olvidaron de ellos cuando Robert Baratheon fue nombrado rey. Era su naturaleza. Simplemente siguieron con sus vidas y, al final, realmente no les importaba quién se sentaba en el Trono de Hierro. Mientras cabalgaban, Dany juró que esta vez sería diferente. Esta vez les importaría, y nunca más aceptarían a un rey o una reina que no hubiera nacido con sangre de dragón en las venas.

Cuando llegaron a Red Keep, Rhaegar la ayudó a bajar de su Silver. Sus dedos rozaron su vientre blindado y ella de alguna manera logró mantener su expresión firme. Durante los últimos días, se había sentido como antes con Rhaego. Entonces, aunque no se atrevía a creer que fuera así, tenía muchas esperanzas de que fuera cierto y que realmente estuviera embarazada. Con el tiempo se había dado cuenta de que los dedos de su esposo también se habían acercado más y más a su vientre y se preguntaba si él sentía algo diferente cuando la tocaba allí. Muy pronto ella lo sabría. Su tío abuelo había sido llamado y, una vez que llegara, Dany buscaría una respuesta a una pregunta que deseaba mucho hacer.

"¿Estás lista, mi amor?" Rhaegar preguntó en voz baja y ella asintió.

Con una mirada a su Guardia Real, Rhaegar la tomó del brazo y comenzaron a caminar hacia los que estaban reunidos frente a ellos. En el cielo de arriba, los cuatro dragones volaron en círculos para dejar en claro que si se enfrentaban a la traición aquí hoy, sería respondida con fuego y sangre. Aunque dada la gran cantidad de hombres que tenían con ellos, solo un tonto buscaría otro curso de acción que no fuera arrodillarse y ofrecer su rendición.

Frente a ellos se encontraba una anciana marchita y otra muy bonita más joven. Ambos vestían el verde y el oro de la Casa Tyrell y, aunque no los conocía, los nombraba como Lady Olenna Tyrell y su nieta, la ex reina Margaery. La mujer más joven se veía increíblemente nerviosa y aunque Dany no tenía dudas de que la mayor también lo estaba, sin embargo, lo ocultó bien. Junto a ellos estaban dos hombres gigantes. Ambos portaban espadas envainadas y Dany escuchó a Rhaegar susurrarle a Ser Arthur, quien simplemente asintió en respuesta.