˗ˏˋ 𝕏𝕀 ˎˊ˗

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Las cursivas hablan en pasado o como flashbacks.

— B-Buenos días

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— B-Buenos días... Mi-mi no-nombre... es Yoon Jeo-Jeonghan, por fav-favor, ¡cu-cuiden de mí!

Seguido de sus palabras hubo un silencio tenso en el salón de clases mientras las mejillas del pobre chiquillo se tornaban coloradas por la verqüenza. Entonces, comenzaron las risas.

Jeonghan tuvo que contener las lágrimas de sus ojos en tanto la profesora les decía que se callaran, mandándolo a sentar en el único puesto vacío, al lado de un chico de cabello negro y aspecto dormilón, serio, casi aburrido allí.

Mordió su labio inferior, caminando por el salón forzándose a ignorar las risas burlonas, para luego sentarse al lado del chico, que apenas le dirigió una mirada.

— Ho-Hola... —saludó con tono ahogado.

Joshua Hong le observó sin cambiar su expresión, enarcando una ceja para luego mirar al frente otra vez, ignorando al muchacho con frenillos y mejillas regordetas a su lado.

Jeonghan sabía que ese sería un difícil año escolar.

¿Por qué estás tratando de alejarme?

Dime,

No estás siendo sincero, puedo notarlo.

¿Por qué sigues alejándome?

Puedo sentirlo todo.

¿Por qué no me dices nada?

Las burlas no se detuvieron ese día, claro.

Al principio sólo habían sido palabras riéndose de sus frenillos, de sus mejillas, de sus orejas que se asomaban en los gorros que se ponía y su mamá le tejía con cariño, de sus dientes, de sus ojos, de todo. Le dolía, por supuesto, pero podía manejarlo, podía fingir que no era para tanto y creer que tarde o temprano se aburrirían.

Tres semanas después, comenzaron los empujones.

Cuando debía ir a buscar algún examen, cuando debía pasar al pizarrón, cuando salían de clases...

Fuertes empujones que lo desequilibraban seguido de risas maliciosas.

Un día, lo empujaron tan fuerte que cayó al suelo, las palmas de sus manos raspándose, sus cuadernos desparramándose, y sabía que le iban a pegar, sabía que ahora comenzarían los golpes.

— Eh, idiotas, ¿qué mierda están haciendo?

Unas levemente blancas manos lo tomaron de los hombros y lo pusieron de pie, encontrándose con el enojado rostro de Joshua Hong.

— ¿Te gusta el nuevito, Americano? —se burló uno de los agresores aunque se notaba enojado.

— O lo dejan en paz, o les cortaré el cuello con mi navaja, idiotas.

𝔸𝕡𝕖𝕘𝕠 ➤ 🄹🄸🄷🄰🄽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora