𝔸𝕡𝕖𝕘𝕠 ➤ 🄹🄸🄷🄰🄽

˗ˏˋ 𝕀𝕍 ˎˊ˗

Joshua, frente a él, seguía teniendo la mandíbula apretada y una mirada de molestia a pesar de que Vernon se hubiera marchado minutos atrás y se quedaran solos.

No había dicho nada incluso cuando Jeonghan le sirvió un vaso de agua, diciéndole que se calmara.

Se sentó a su lado, mordiendo su labio inferior.

— No tenías que reaccionar de esa forma, Joshua —le dijo con voz suave.

Joshua le miró con el ceño fruncido.

— Iba a besarte. Ese maldito bastardo iba a besarte y-

— Y tú has besado a Hoshi —le interrumpió Jeonghan, ahora con expresión dolida —. ¿No es eso injusto, Joshua? ¿Qué tú tengas un amante y te estés comportando de esta forma? ¿Ya te has acostado con él?

Joshua no dijo algo por varios segundos, bebiendo agua en silencio, y cuando dejó el vaso sobre la mesita del living, lucía mucho más calmado.

— No —dijo Joshua —, sabes que no lo he hecho, Jeonghan.

Jeonghan arrugó los labios, negando con la cabeza.

— ¿Por qué debería creerte?

— Porque sabes que no te mentiría con eso —replicó
Joshua poniéndose de pie —. Por mucho que quiera el divorcio y esté enamorado de Hoshi, sabes que no me acostaré con él hasta que los papeles estén firmados. Incluso sabes que si lo he besado, ha sido después de pedirte la separación, de decirte la verdad, ¿no es así?

Sonriendo amargamente, Jeonghan asintió, forzándose a no lucir herido a pesar de las palabras de Joshua.

Tenía claro que su esposo no le mentiría con eso, que estaba diciendo la verdad, pero eso no lo hacía más fácil. De alguna extraña forma, si le hubiera dicho que se acostaba con Hoshi, no tendría tantas dudas porque habría atribuido los deseos de separación a una calentura de Joshua por su asistente, sin embargo... Si no se habían acostado y con suerte compartieron unos besos, eso significaba sentimientos más profundos que le aterraban.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Joshua? —preguntó Jeonghan con voz rota.

Joshua apuntó a su bolso.

— Vengo por los papeles —contestó impasible —, pero también tengo claro que eres una persona demasiado terca, Jeonghan —suspiró, sentándose —. Treinta días, ¿no es así?

Jeonghan asintió en silencio, mirando a los ojos oscuros de su marido.

— ¿Cómo pretendes hacerlo,
Jeonghan? —Joshua suavizó su tono —. Comprendes que yo ya no te amo, ¿cierto? Sólo te estás haciendo más daño, Han.