Hyunjin quería odiar su nuevo hogar con todo su corazón, de verdad, pero después de vivir toda su vida en un departamento pequeño con vista a más edificios, una adorable casita en medio de un vecindario amistoso con espacio para salir a pasear con Kkami lo hacía sentir como el protagonista de los dramas que le gustaba ver.
Su padre debía trabajar así que después de dejarlo en su nueva casa con todas sus pertenencias, Sujin le dio un recorrido mostrándole su nueva habitación, los baños y la cocina, asegurándole que todo le pertenecía. La mujer tenía una hermosa sonrisa y una voz melodiosa, el enojo y la frustración habían sido apaciguadas por su presencia.
Mientras se mudaba no vio ni un pelo de Jisung, estuvo atento, esperando el momento en que el chico saliera por puerta frente a su nueva habitación para poder comenzar a hacerle vivir un infierno, se decepcionó bastante cuando no pasó.
Hyunjin miró con una mueca sus cosas acomodadas en su nuevo espacio, ligeramente más amplio que el anterior, pero todo mal ubicado, regalo de su padre, estaba seguro. Estaba demasiado cansado para organizar todo, quería llamar a sus amigos para ganar un poco de energía, pero si él se sentía como un invasor en aquel lugar, ellos se sentirían peor.
—El almuerzo estará en media hora —anunció la adulta luego de dar dos golpes a la puerta cerrada.
Kkami respondió con un ladrido. Era bueno que su pequeño amigo fuera un perro de interior porque, al parecer, el odioso de Jisung no había mentido sobre su alergia.
Como no quería estar más tiempo encerrado, decidió ayudar a Sujin. Ella lo recibió con los ojos curvados, pidiéndole que pusiera los cubiertos, fue un poco extraño ver dos puestos más y tanta comida casera.
Hwang Jihoon llegó diez minutos antes de que el almuerzo estuviera listo para ser servido. Hyunjin los vio con curiosidad, era la primera vez que veía los ojos de su padre brillando tan intensamente, no recordaba las interacciones con su madre, sintió una punzada en su corazón al verlos besarse con tanta ternura, un poco de enojo lo incomodó y por primera vez en su vida, estuvo agradecido de escuchar la voz chillona de Jisung.
—¡MA! Mami, ¿dónde estás? Mamita hermosa —los lloriqueos sonaron más altos a medida que se acercaba, una vez que atravesó la puerta corrió directo a los brazos de la mujer quien lo atrapó por costumbre.
—Hola, bebé hermoso —lo saludó la mujer.
—Mami, te amo —el chico le besó la cabeza y la abrazó fuerte, asegurándose de que su cuerpo la alejara del hombre.
Hyunjin y su padre se miraron por un segundo, el primero rodando los ojos con hastío y el mayor con una sonrisa prepotente, asumiendo que Jisung era un malcriado hijito de mamá.
Los adolescentes acabaron sentados frente a frente. El rubio estaba de buen humor ese día, lo único molesto era la presencia del príncipe encantador; Hyunjin, por otro lado, quería desquitarse con alguien.
El pelinegro estiró la pierna por debajo de la mesa, su intención era calcular la distancia entre sus extremidades y las del otro chico, pero acabó golpeándolo con fuerza en la pantorrilla, Jisung saltó en su lugar, descolocado, rápidamente componiéndose para golpearlo de regreso.
Hyunjin se quedó quieto, pensando en otra forma de molestar, sin embargo, Jisung fue más rápido, tomó un trozo de rábano y lo dejó caer a la comida del mayor, salpicando sobre el mantel y su bonita camiseta blanca.
El chico no lo pensó dos veces, agarró el frasquito que contenía sal y lo volteó sobre el plato de la ardilla molesta. Jisung respondió levantando el plato con intención de lanzárselo, pero los adultos alcanzaron a detenerlo.
—¿Qué creen que están haciendo? —Los reprendió Jihoon—. ¿Qué edad creen que tienen? ¿No saben comportarse en la mesa?
—Niños, ¿hay algún problema? —Sujin lo preguntó como si en verdad esperara una respuesta sincera.
Hyunjin enrojeció por la vergüenza, sentía sus orejas y mejillas calientes, inmediatamente se disculpó con los adultos. Se sentía cómo un perrito regañado.
Jisung empujó la humillación lejos para darle espacio al enojo, tomó algo de comer que no tuviera exceso de sal y se levantó haciendo la mayor cantidad de ruido.
—Muérete —escupió, mirando al pelinegro directamente y desapareció.
Hyunjin tuvo muchas ganas de responder, pero ya tenía problemas con su padre y lo último que necesitaba era que le quitara permisos para salir, así que en cambio se disculpó y le aseguró a Sujin que lavaría todos los utensilios.
—Estás castigado —anunció con indiferencia el hombre.
—Lo siento —murmuró.
—Está bien, cariño —intervino Sujin con voz llena de dulzura—. Jisung te debe una disculpa, asegúrate de recordárselo.
Asintió con la cabeza, pero sabía que eso no pasaría. Él tampoco quería disculparse, ese idiota con cara de ardilla muerta no se lo merecía.
—¿Y Jisung? —Preguntó Jihoon con curiosidad y cierta molestia—. ¿No vas a decirle algo?
—Lo haré cuando deba —respondió Sujin con simpleza—. Te ves sorprendido, amor, ¿por qué? Ya sabíamos que ellos no se llevan bien.
Jihoon se quedó callado, su rostro arrugado con muchos pensamientos en su cabeza que no iba a compartir.
Hyunjin suspiró y siguió comiendo, aunque tuviera el estómago apretado y sintiera que la comida se le estaba devolviendo. Odió un poco más a Jisung por haber podido escapar sin problemas.
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Home | SKZ
FanfictionHyunjin y Jisung se han odiado desde el primer momento en que compartieron espacio, en su último año de escuela las peleas se calman y sus padres aprovechan la oportunidad para anunciar su compromiso. Vivir bajo el mismo techo desatará sucesos que l...