Capítulo 5. Un nuevo objetivo

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El cuartel general del ejército era un hervidero de actividad frenética. Equipos de intendencia cargaban y descargaban afanosamente camiones que transportaban ingentes cantidades de material. Oficiales y sus compañías esperaban en formación para subir a sus transportes de tropas, que los llevarían a sus nuevos destinos. Si bien la guerra en Sudán había terminado hacía cosa de unos meses, se había iniciado un nuevo conflicto en la vecina República de Galia. Siempre había una guerra que librar.

Ruslan y Connie caminaban a través de esta vorágine de actividad hacia la salida principal del cuartel, cuando un vozarrón conocido hizo que Ruslan se detuviese al oír cómo le llamaba.

— RUSLAN DRAKE — oyó Ruslan a su espalda, y al volverse su cara esbozó una sonrisa.

— Sargento instructor Doyle — Ruslan estrechó la mano de su antiguo instructor con su nueva mano derecha.

— Me dijeron que te habían machacado de lo lindo en el desierto — dijo Doyle con un leve tono de preocupación en su voz y su rostro. — Me alegra ver que te has recuperado, chaval.

— Sí, aunque no ha sido un camino de rosas, sargento — contestó Ruslan, y seguidamente procedió a las presentaciones. — Sargento Mayor Arthur Doyle, exsargento Constance Perry, otra superviviente de la 26ª Compañía.

— Sargento Doyle — dijo Connie y le ofreció su mano a Doyle, que se la estrechó con firmeza.

— Un placer conocerte, Perry, me han hablado de ti tus compañeros de la vieja 26ª. Eres dura de pelar. Todos me contaron lo buena soldado que eres.

— ¿Es todo lo que le dijeron de mí? — preguntó ella con malicia.

— Es todo lo que me importa — contestó Doyle con firmeza. — Pero ¿por qué lo de "ex" sargento? ¿Y tú Drake por qué no llevas el uniforme de mayor?

Ruslan pasó a relatar su desencuentro con el general Abernathy al viejo sargento, lo que le provocó una mueca de desagrado.

— No voy a volver al ejército Doyle — contestó Ruslan. — Hay demasiada corrupción en las altas esferas. Se aprovechan de aquellos que de verdad quieren servir a una buena causa como Connie, nuestros compañeros fallecidos... Mancillan el sacrificio de aquellos que dan la vida por algo más que su beneficio personal, y a los que no acatan sin rechistar sus órdenes, los desechan como si no fueran más que basura. No, no pienso aceptar órdenes de personas con una moralidad tan cuestionable.

— Ya veo, así que vas a volver a ser un civil — dijo Doyle. — Respeto tus razones, y tu decisión.

— Gracias — dijo Ruslan, pero al ver la expresión de duda de Doyle le interrogó.— ¿Ocurre algo Doyle?

— En realidad, este encuentro no es una casualidad — se sinceró el viejo suboficial. — Te estaba buscando.

— ¿Para qué?

— Aquí no. Hay demasiados oídos pendientes de lo que decimos — dijo Doyle.— Y como tú mismo has dicho, demasiada corrupción.

Doyle les citó a ambos en una taberna cercana al Támesis esa misma noche. Ruslan sin dudar un segundo aceptó, Connie por supuesto le secundó.

La taberna La Bruja de Boswick se encontraba abarrotada cuando Ruslan y Constance entraron. Buscaron con la mirada a Doyle, que les hizo señas desde una mesa al fondo del local. Cuando se acercaron vieron que le acompañaban dos personas más; una joven pelirroja de cara pecosa y ojos azules; y un hombre corpulento, de pelo cano. Aun llevando ropas civiles se adivinaba a la legua que era militar, su actitud le delataba. Doyle les indicó que se sentaran e inició las presentaciones.

El Heredero de los Drake - Crónicas de los Drake Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora