𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒂 𝑭𝒍𝒐𝒓 [Terminada]

Veo el océano en tus ojos. 🌺

Mientras aquel joven de cabello negro y largo estaba sentado en la arena mirando el océano, pensaba en las palabras escuchadas. Aquello le hizo recordar lo que el mismo había pasado cuando supo de su condición, el ver el desagrado de su padre y en como su propia madre lloraba y se culpaba por la "desgracia" que caería en su familia.
Todo aquello hizo que su infancia y parte de su adolescencia viviera marginado de la sociedad.

Aquel inhaló y exhaló profundamente, repitiendo aquello en unas ocasiones para olvidar sus recuerdos, y evitar tener esa crisis de ansiedad que en pocas ocasiones le daban.

Ya más calmado, fijo nuevamente su mirada en el océano, enamorado de lo que estaba observando, junto con el aroma, lo mantenía sereno.
Así se mantuvo durante unas horas, hasta cuándo el cielo cambio su color a un azul parecido al mar; se puso de pie para ir a dónde había estacionado su motocicleta.
Se montó en ella y emprendió camino hasta donde se estaba hospedando, en el pueblo vecino.

Un trayecto rápido y sereno que lo acompaño durante un par de horas.

Cuando el joven llegó a su hospedaje, estacionó su motocicleta para ingresar, cuando vió a un hombre de que le movía la mano.

—Buenas noches Manjiro.
¿A dónde fuiste todo el día?

—Hola Ikagi fui al pueblo vecino.

—Oh y eso ¿a qué se debe? Claro sí puedo saber.

—Tranquilo, solo fui a ver el mar y a probar un trago de cerveza en el local que me habías dicho.

—Esta bien eso Manjiro. Bueno te dejo que debo ver chimenea.

Con eso dicho, aquel hombre se fue dejando a Manjiro en el lugar. después de eso, este solo se apoyo en la motocicleta para mirar el cielo nocturno.
Aún no quería entrar a su habitación, así que decidió dar una caminata nocturna disfrutando de la brisa y el silencio de esa hora.

🔸🔸🔸🪷🔸🔸🔸

En el mismo pueblo, en la pequeña casa con bello jardín, Takemichi despedía a Yuzuha quien no muy convencida por irse y dejar a su amigo solo, pero debía de volver a su hogar con su familia.

Se despidió de un abrazo del floricultor, el cuál hizo lo mismo.

—Por favor, llame sí algo sucede.— le susurro antes de separarse y marchar.

Takemichi la observó hasta cuándo desapareció de su vista e ingreso a su hogar.
Se sentía cansado, ese día no había podido tomar los rayos del sol que tanto necesitaba, y su cuerpo estaba sufriendo las consecuencias.