Epílogo 🌺

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"Cuenta la leyenda popular que: Sí alguna vez tú miras al cielo y ves una estrella fugaz.
Pídele un deseo antes de que desaparezca.
Para que tú deseo, se cumpla."

Dos años después

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Dos años después.

Manjiro, observa hacia la puerta al unico chico que le ha comprendido y abierto su corazón para sanar las heridas que ambos traen desde el pasado; ya había preparado la silla mecedora, dejando en ella un cojín y una cobija, para que tome los rayos del sol que tanto necesita en su día a día.

Infla su pecho al ver el buen trabajo que ha hecho al dejarla lista para que Takemichi llegué a su lado, dándole una sonrisa, un beso y dejando una hermosa flor en el bolsillo de su chaqueta.

Ama el detalle que cada día le entrega el menor, sabe que el floricultor deja su marca en él, y eso es algo que siempre ama presumir cuando se dirige al trabajo.

Los pasos lentos de Takemichi se hacen presenté antes la vista del pelinegro.
La sonrisa cómplice, junto a la suave caricia que el menor le entrega deslizando su mano sobre la mejilla de Manjiro haciendo que este se deleite con su suave toque.

Aún recuerda vividamente, el día en que decidió salir a dar una vuelta después de una tarde donde fue al pueblo vecino, llegó a la posada donde alojaba, en vez de ir a dormir prefirio salir llegando hasta la casa de enorme jardín.

En la cual el entro sin permiso, y divagó en ella, hasta comió de las frutas que estaban en el invernadero.
Pero su recuerdo que más felicidad le trae, es que vio aquella estrella fugaz a la cual infantilmente, pidió un deseó.
Y aunque parezca estúpido e ilógico, esa estrella se lo concedió.

Gracias a ella, hoy en día vive feliz disfrutando de las caricias románticas y carnales que solo Takemichi le puede dar.
De los placeres de la vida que para el son: el amor y la paz.
Obtuvo una familia junto al chico de hermosos ojos azules.

Manjiro que aún está perdido en sus pensamientos.
Solo reacciona al sentir los labios de Takemichi sobre los suyos.

No sabe en qué momento, su hermoso novio tomo su rostro con ambas para besarlo. Manjiro poso sus manos sobre la cintura diminuta de Takemichi y rodenadolo con sus brazos comenzó a acercarlo a él.

Un beso lento y apasionado; la sonrisa dibujada en los labios de Takemichi junto a los toques suaves en el rostro del mayor hicieron que el beso se rompiera.

Manjiro junto su frente con la del contrario sin dejar de sonreír.

—¿Por qué sonríes tanto hoy?—

𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒂 𝑭𝒍𝒐𝒓 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora