Capítulo 6 | El egocentrismo viene de la sangre

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"Me perdí en sus ojos cafés. Lo sé, mi maldición a llegado."


🍷Kyra🍷

No había sido más que mi quinto primer día en un instituto, y siempre tengo la mala suerte de empezar con el pie derecho con respecto a las clases y los compañeros. Los únicos con los que tuve contacto fue el chico del pasillo. Y los dos chicos becados.

Con ella mantenía al menos tres clases en común y con él otro solo dos.

Y todo por que manteníamos un diferente nivel con los idiomas.

Desesperante.

Y humillante. Extremadamente humillante.

Hace casi media hora que había sido agregada al grupo de los hermanos Fell y era extraño. Llegué a sentir un escalofrío en mi columna que provocó que dejara de escribir y me perdiera en el chat.

Después de unos minutos, el único que había mandando un mensaje fue Christopher y decía: Los esperamos para la comida a las cuatro. No falten.

Y sus hermanos respondieron con un simple Ok. En cambio yo no, no supe qué hacer o decir. Fue raro. Y en cuanto Chris no noto una respuesta de mi parte, dijo: Archie, tienes que traer a Kyra a casa. No es pregunta, es una orden.

Así que, aquí estamos ahora. Esperando a Archie en la cancha de fútbol americano, mientras él termina de entrenar. O al menos, creo que es lo que hace.

Admirarlo era mi placer

De vez en cuando, miro a las porristas con sus faldas cortas y los tops color rojos que no cubren más que parte de su pecho. Deja descubierto su abdomen plano y algunas tiene un pequeño arete en su ombligo.

— ¿Qué tanto ves? —me sobresaltó al escuchar a Jeremiah a mi lado.

Me llevo mi mano al pecho y siento mi corazón descontrolado.

— Me has asustado. —Susurre, mirándolo—. ¿Querías que muriera de un infarto?

— Es imposible que mueras de un infarto a tu edad, Kyra. —Reflexiona en voz alta—. Podrías morir atragantada con tu propia saliva, pero de un infarto no.

Lo miro con una ceja encarnada.

— Perdón, perdón. —Levanta las manos en señal de rendición—. No puedo quedarme callado.

— Y ni evitar asustar a la gente.

Me vuelvo a enfocar en las pocas porristas que aún siguen haciendo su número y de reojo busco a Archibald entre tanta gente.

— ¿A quién buscas? —me susurra Jer, invadiendo mi espacio personal.

— Al segundo hijo de la familia Fell —cruzo mis pies, y juego con el dobladillo de mi falda—. Hace tiempo que deberíamos de haber llegado a casa, pero por alguna razón él sigue haciendo eso.

— ¿Entrenar?

Asiento. Me relamí los labios mientras que mi corazón latía con ferocidad.

— ¿Quieres que te lleve?

— No quiero causar molestias.

— Para nada. —Lo miré, entrecerrando los ojos—. Creeme, no lo son. Además, sabes que cada becado tiene al menos uno o dos choferes a su disposición...

Los ojos de Jer se abrieron lo suficiente, al percatarse de algo.

— ¿Y tú por qué no has llamado a tu chofer?

Alguien De Nosotros Está MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora