Capítulo 4 | Observa, analiza y ejecuta.

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🔪 Archie 🔪

El agua fría golpea mi rostro, tratando en vano de calmar la tempestad que se agita dentro de mi. Mis ojos se mantienen cerrados mientras pierdo el tiempo dentro de la regadera. La imagen de ella, su rostro pálido enmarcado por su cabello oscuro, no deja de atormentarme.

Salgo de la ducha, sintiendo el frío recorrer mi cuerpo como un presagio de lo que está por venir. Me visto sin prestar atención a la ropa que tomo, la mente ocupada por la incertidumbre. La televisión resuena con las noticias del pueblo, la voz de mi madre resonando en cada palabra, con esa sonrisa falsa que no engaña a nadie.

No le presto atención a las tonterías que dice, solo me encargo de vestirme.

En cuanto estoy listo, tomo mi celular y lo colocó en el bolsillo trasero de mi pantalón, el reloj familiar lo coloco en mi muñeca derecha al igual que el anillo del instituto. Frente al espejo, me despeino un poco el cabello y en cuanto estoy listo...

Christopher, mi hermano mayor, irrumpe en la habitación sin avisar, su presencia arrogante rompiendo la tenue paz que me rodeaba.

— Nuestro padre quiere vernos en el despacho —Dice con la arrogancia que lo denota.

Lo ignoro, terminando de tomar mis cosas con movimientos mecánicos.

— Sabes qué podía estar desnudo —mi voz suena seria, cortante—, o pude tener a una chica en mi cama.

— Como si me importara.

Encarne una ceja, mirándolo

— Padre nos espera —repite. Como si el gran suceso me importase.

— Paso.

Camino hacia la puerta rodeandolo. Me tomó del codo deteniéndome, y haciendo que lo encare. Tenemos la misma altura, pero su complexión es mucho más robusta que mi cuerpo. Sus ojos se enfocan en mí, con una sonrisa en su rostro.

— No te estoy preguntando.

— No me importa —deletreo, por si no ha captado.

— Tienes que ir, Archibald —su barbilla se tensa, y me deshago de su agarre con brusquedad—. Padre tiene que darnos detalles sobre la empresa, y requiere de sus hijos allí.

— Corrección, te necesita a tí. Necesitas que tu ego esté en las nubes para que creas que todo lo has hecho a la perfección, necesitas que te compare con alguien.

— Necesita de sus hijos —blanqueo los ojos, desesperado.

— Te lo dije —doy una pequeña palmada en su mejilla—, paso.

Rodeo su cuerpo y salgo de la habitación. Mientras bajo las escaleras, siento como el inutil de mi hermano me pisa los talones.

— ¡No puedes desobedecer las órdenes de nuestro padre!

Exasperado, me giró a verlo.

— No soy un perrito faldero para ir detrás de un hueso podrido —lo miro—. Ese no soy yo.

Dicho eso, salgo de la mansión dando un portazo. Me dirijo a mi coche, y arranco. La música me tranquiliza por un momento, hasta que llegó al pueblo.

Sin embargo, la pantalla no deja de iluminarse con las llamadas entrantes de Christopher, Anthony, Elena y de Leo. La única que piensa como yo es Serena, y tiene suerte.

Mi hermana no es la chica que le interese complacer a mi padre: con la empresa. O a mi madre; con la sociedad. Ella, como yo, hace lo que quiere. Sale con quien quiere, viste y es como siempre ha querido.

Alguien De Nosotros Está MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora