Capítulo 13 | La carta.

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Kyra.

La mañana siguiente amaneció con un silencio sepulcral, un eco de la extraña velada anterior. El beso furtivo con Archibald, la escena lasciva de Leo, la frivolidad de Serena, y la mirada asesina de Archie, todos se entrelazaban en una danza macabra en mi memoria.

El desayuno se presentó como un escenario desolado, las sillas vacías eran testigos mudos de la ausencia colectiva.

Solo Christopher irrumpió en la quietud, alegando una urgente conversación pendiente con su padre.

— Te atenderé cuando termine mi desayuno, hijo —la voz del patriarca resonó, firme pero vacía, apenas perturbando el silencio.

— ¿Por qué tendrías prisa? No tienes que ir a la organización, mucho menos tenemos reuniones en el itinerario.

La señora Fell, con un susurro que parecía arrastrar cadenas invisibles, instó a su hijo a moderar su voracidad.

— Tengo prisa —su respuesta fue cortante, un filo que cortaba la tensión palpable.

— ¿Prisa? —el escepticismo del padre se materializó en el aire, casi visible—. No hay nada en el itinerario que justifique tu alboroto.

— Asuntos —la palabra cayó como una piedra en un estanque, las ondas de implicación se expandieron rápidamente.

— ¿Asuntos? —cuestionó el padre, de forma escéptica.

— Sí padre. Asuntos, que se deben solucionar de inmediato.

Un vistazo furtivo reveló las manos de Christopher, manchadas de un rojo inquietante. Al notar mi mirada, las ocultó bajo la mesa con una prisa que delataba su nerviosismo.

— Te esperaré en la oficina —declaró antes de abandonar el comedor.

La comida frente a mí perdió todo sabor, y con una excusa apresurada, me levanté para seguirle.

Encontré a Christopher en la sala, su atención clavada en el móvil, una isla en un mar de incertidumbre.

— Hola —saludé, con una sonrisa que pretendía ser coqueta pero que se tiñó de sospecha—. ¿Qué haces?

Su mirada, confundida y alerta, se clavó en mí.

— ¿Qué quieres? —su voz, un susurro cargado de desconfianza.

— Solo conversar —respondí, aunque la palabra 'conversar' parecía un eufemismo para 'interrogar'.

— ¿Conversar? —repitió, escudriñándome con una intensidad que buscaba descifrar mis verdaderas intenciones—. ¿Conmigo? ¿Por qué?

— No hemos tenido la oportunidad de hablar —dije, ofreciendo una sonrisa que no alcanzó a ocultar la curiosidad que me consumía.

— ¿Y por qué deberíamos hablar tú y yo? —su pregunta no era un simple cuestionamiento, sino una defensa ante un enigma que ambos deseábamos resolver.

— Porque vivo aquí —comencé, mi tono bajando a un susurro conspirativo—. Y no quiero ser la irrespetuosa que ignora a la familia que me ha acogido bajo su techo...

Christopher me obsequió una sonrisa cargada de enigmas, de esos secretos que pesan en el alma pero que él llevaba con una despreocupación perturbadora. Mordí mi labio, contemplando cómo su mirada recorría mi figura desaliñada, desde los pies descalzos hasta el cabello ondulado y rebelde. Antes, su descaro me hubiera ofendido, pero ahora, era la chispa que encendía mi curiosidad.

— ¿Qué ganarías con una charla conmigo? —inquirió con un tono que insinuaba tratos ocultos.

— El privilegio de mi compañía —respondí, mi voz un velo sobre intenciones más profundas.

Alguien De Nosotros Está MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora