V. Envidia

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Es imposible no querer alejar a Agustín de las demás personas en la casa cuando escuchó o está al tanto de todo lo que dijeron de él.

Marcos necesita que Agustín no sea tan sociable, no trate de llevarse bien con nadie, no quiera ni necesite a nadie más que no sea Marcos en esa casa. Agustín es demasiado precioso para él como para permitir verlo reírse, haciendo chistes y siendo halagado y toqueteado por manos que pertenecen a cualquiera menos a él.

Le incomoda darse cuenta lo mucho que le molesta cuando Daniela se acerca a Agustín y le habla cariñosamente, o lo peina, o le habla de la boludez que sea que tenga en mente en ese momento. Le molesta que Agustín sea tan abierto a las charlas aburridas o sin sentido con ella. Marcos todavía recuerda la manera en la que Daniela le bailó a Agustín para conseguir un poco de cerveza, y aunque en ese momento tal vez fue divertido, pensarlo ahora solo lo enoja más.

Le estresa la manera en que Ariel está siempre dispuesto a contestar a Agustín con rapidez y sin dejarlo hablando solo, la forma en la que puede (a veces) seguir el hilo de pensamiento de Agustín sobre algo tan fácilmente que parece que lo discutieron antes para parecer que se entienden. Le molesta la voz que pone Ariel con una sonrisa entre cariñosa y divertida cuando cuenta algo sobre Agustín o de su forma de ser.

Ariel no es un mal tipo, pero a Marcos le irrita la forma en la que puede ser tan abierto en lo que dice y la capacidad que tiene de mantener a Agustín entretenido sin siquiera esforzarse y avergonzarse.

No puede evitar ofenderse personalmente cuando escucha a Romina actuar como una madre con Agustín, como si no le hubiese dado las sobras en los almuerzos solamente a él, o le hubiese negado postres, o no le estuviera sacando el cuero cada vez que tiene la oportunidad. No puede evitar sentarse en el medio cuando Julieta y Agustín están uno al lado del otro, no puede evitar molestar a Alfa cuando trata de bromear -desagradablemente- con Agustín, no puede evitar respirar profundo cuando escucha a la Tora elogiar a Agustín, no puede evitar querer golpear la cara de Nacho cuando jode y toquetea a Agustín, no puede evitar sentirse frustrado cuando Camila está siempre ahí en los momentos que eran solo de Marcos y Agustín, y nadie más.

Es increíble cómo, repentinamente, todos parecen querer un poco más de Agustín y cómo todos logran tenerlo, de una forma u otra. Marcos lleva queriendo a Agustín para él solo desde hace dos meses, quizás más, y apenas puede sostener su mirada demasiado tiempo antes de sentirse nervioso, apenas puede seguir su charla porque no entiende mucho de lo que habla, apenas puede tocarlo antes de sentirse caliente por todos lados.

Marcos siente que tiene que hacer algo lo más rápido posible, porque el reloj de arena está funcionando y quedan pocos granos que caer antes de que el tiempo termine por completo.

La ira de Dios [Margus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora