Capítulo 9: Plan Fallido

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Advertencia: este capítulo contiene escenas +18

Carolina

Cuando llegue a la habitación donde me tendrían encerrada me sorprendí. Pensé que sería un cuarto oscuro y sucio o algún tipo de calabozo, pero parecía una habitación normal de una adolescente. Fruncí el ceño cuando el guardia me quitó la cuerda que sostenía mis muñecas.

- Hay ropa está en el armario por si deseas cambiarte. Yo estaré afuera vigilando. - informó serio.

- Está bien. - respondí.

El hombre de retiró dejándome sola con Jale. La habitación consistía en una cama de dos plazas en el medio del cuarto con mantas y cojines de color morado. Las paredes estaban pintadas de blanco y había una mesa de luz se encontraba al lado de la cama, con una lámpara encima y unos cajones. Un sofá cerca de la ventana donde llevaba a un balcón y un estante lleno de libros al lado de un enorme armario blanco.

Me gustó la combinación de colores pero nunca lo admitiría. Aún seguía privada de mi libertad y no me podía distraer por muy tentador que fuera la situación que me encontraba. Me dirigí al armario y lo abrí, encontrándome con múltiples prendas, faldas, pantalones y shorts de distintos colores. Cogí una falda de color amarillo, una blusa blanca y un suéter azul para ponerme por arriba de esta. Visualice distintos pares de zapatos y me decidí por unos zapatos negros con un poco de taco.

Jale se encontraba sentado en el sofá cerca del balcón estudiando mis movimientos, sorprendentemente no me puse nerviosa por ser su centro de atención.

Me fui sacando las prendas hasta quedar en ropa interior y entré al baño para ducharme. Después que terminé, salí con una bata y el cabello rubio mojado cayendo por mí espalda. Me saque la bata y me puse ropa de interior nueva de color morado que se encontraba en uno de los cajones. Me sobresalté al escuchar el impacto de la palma de Jale en la puerta del armario. Me di vuelta quedando frente a él a centímetros de distancia.

- ¿Qué coño haces? ¿Porqué te desnudes enfrente de mí?

- Eres un ángel, no? Supuse que no me harías nada malo. - confesé viendo sus ojos azules.

Él se acercó más a mí, hasta que pude sentir su respiración.

- Soy un ángel, no un santo... - dijo antes de pasar la mano por mí pierna, haciendo que esta quede enrollada en su cintura.

Sus ojos azules se encontraban más oscuros de costumbre y podía sentir el bulto de sus pantalones por debajo de mi pelvis, haciéndolo palpitar.

- ¿Qué... haces? - solté un leve gemido cuando pude sentir uno de sus dedos por encima de mi braga.

Comenzó a mover su dedo índice en círculos, provocando que me moje por la excitación.

- No...para. - le pido.

Él se acercó a mí oído - ¿Enserio quieres que pare o solo lo dices para mantener tu dignidad?

Negué con la cabeza con los ojos cristalizados cuando me sacó la braga. Subió mi pierna para tener mejor acceso a mí coño, solté otro gemido por el placer que su dedo me provocó al entrar en mi. Me mordí el labio inferior para no sollozar.

- Por favor...

Me comenzó a besar el cuello mientras me entraba otro dedo en mi húmedo coño. Comencé a sudar y a gemir más fuerte cuando embistió con más velocidad sus dedos dentro de mi. Podía sentir como el roce de su polla en sus pantalones era provocador para él. Mientras me escuchaba gemir rozaba su gran bulto por debajo de mi culo.

-¡Ah! ¡Por favor! - ahora mismo no sabía porque rogaba precisamente.

Me corrí en sus dedos y escuché un leve gruñido de él. Sus pantalones estaban con una mancha, haciéndome saber que se había corrido solo por escucharme gemir y la fricción. Sacó sus dedos de dentro de mí y se los llevó a la boca para saborear el sabor.

- Como lo imaginé...dulce.

Sebastian

- ¡No puede ser que se les hayan escapado! - gritó Mark enfurecido.

- Señor, se enteraron que estábamos llendo para allí antes. - se excusó el hombre provocando que Mark lo apuntará con su pistola.

Le disparó en la cabeza sin arrepentimiento alguno.

- ¡Bola de imbéciles, buenos para nada!

Los demás hombres armados lo miraron con temor y nerviosismo en sus miradas.

- Mark, me llegó un mensaje. - informo interrumpiendo.

Él se gira hacia mí y se acerca, contemplando el mensaje que hace unos minutos me había llegado:

Número desconocido:

"¿Fallaste en tu búsqueda, Baltasar? Recuerda que yo siempre estoy a dos pasos por delante tuyo"

Peligrosa Atracción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora