Capítulo 10: Turno de Noche

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Mike

Introduje el cuchillo en su corazón después de haberlo apuñalado en distintas partes del cuerpo. Había asesinado al líder de la mafia Rusa, y como éste no tenía parientes para heredar su mando, la mafia de Rusia sería de mi padre. Este hombre cometió el error de asociarse con él, arriesgó su vida y yo terminé con ella por una orden. Connor se encontraban en la puerta vigilando mientras que Viktor se encargaba de las cámaras de seguridad no nos viera, hackeando en el proceso el sistema de alarma.

Cuando vi que la vida se había ido de sus ojos tomé su cuerpo y lo puse en el piso de la que era su oficina. Al salir de la mansión, encendí las llamas en mis manos y incendié el lugar. Borrando el rastro del hombre que era líder de esa mafia. Les informé a sus guardias que salieran de allí si no querían morir quemados, provocando que todos salieran corriendo y cuando salieron, les informé quién era el que estaba al mando ahora. Logrando un asentimiento de todos, respeto era lo que tenían que demostrar para que no los mataran.

Después de haber finalizado la misión los chicos se subieron a la camioneta blindada después de mí. Nos dirigimos nuevamente al castillo, ya se estaba escondiendo el sol y tendríamos que turnarnos para vigilar a la rubia. Después que Connor me comentara de que intentó escapar no se podía confiar en ella. Sonreí ligeramente, cuando se enterará de toda la verdad sobre su padre no querría volver a acercarse a él de nuevo. Por desgracia mi padre ya había informado de no comentar nada al respecto, a los chicos y a mí.

Cuándo frenó la camioneta, nos bajamos de ella y entramos en el castillo. Pude visualizar a mi padre sentado en su oficina mientras bebía de un vaso con wisky. Dirigió la vista hacia mi.

— La misión ha salido exitosa. — afirmé.

— Me alegro, ahora ve a atender a la muñeca.

Sonrió ligeramente ante su burla hacía la rubia, Viktor se dirige a su seleccionada habitación al igual que Connor. Ya les había informado que yo sería el turno de esta noche y la siguiente Viktor. No me ponía de buen humor tener que vigilar toda la noche a una niña caprichosa, así que me dirigí a su habitación un poco frustrado. Al abrir la puerta la pude ver en el sofá cerca del balcón, con un libro en sus manos. Mientras Jale veía sorprendido la cantidad de ropa de su armario.

— Ya se terminó el castigo. — la rubia me dirigió la mirada y los abrió con esperanza.

— No para ti — afirmé haciendo que hiciera una mueca de desagrado — Pero para ti si. — le dije a Jale.

— Por fin. — pronunció antes de salir de la habitación.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué se va? — preguntó la rubia.

— Se terminó su turno. — digo antes de que ella abra sus ojos exageradamente.

— ¿Turno de qué?

— De cuidarte de que más. — digo frustrado.

La rubia suelta un suspiro de alivio o de decepción no lo puedo saber con certeza.

— ¿Pasó algo?

— No. — responde rápidamente haciéndome dudar.

— Está bien.

Me acerco a su estantería donde hay muchos libros separados por sus géneros correspondientes. Cojo uno de misterio y me tiró en su cama con cuidado por mis alas, con el brazo por detrás de la cabeza, empiezo a leer el libro en mis manos. Puedo sentir su mirada sobre mi pero decido ignorarla, no estaba con ganas de seguir manteniendo una conversación con ella. De repente siento una mano en mi rodilla, miró a mi izquierda y es ella. Sentada sobre sus piernas en la cama. Agarró su mano bruscamente y la alejó de mí.

Nunca me ha gustado el contacto físico y con ella no sería la excepción.

— ¿Por qué te comportas así conmigo? — preguntó.

Moví mi cabello castaño que caían mechones en mi frente para verla mejor.

— Me comporto como me tengo que comportar. — digo tranquilo intentando seguir leyendo mi libro.

— ¿Son así todos los demonios?

Embozó una sonrisa burlona. — ¿Así cómo?

Ella me mira con sus ojos azules que podrían intimidar a cualquiera pero no a mí.

— Tan... insoportables.

Suelto una carcajada sin querer y después vuelvo a quedarme serio.

— ¿Insoportables solo por qué no son fáciles de roer?

Ella frunció el ceño — ¿A qué te refieres?

— A mí no me vas a seducir tan fácil, no soy igual a los otros.

La rubia abrió los ojos ligeramente. — ¿Pensás que no estoy enterado de lo que ellos te hacen?

Sus mejillas se ruborizan, se baja de la cama y se dirige nuevamente a su sofá pero esta vez enciende la televisión en el proceso.

Y así chicos y chicas se espanta a una niña que está acostumbrada a conseguir siempre lo que quiere.

Peligrosa Atracción ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora