Desconocido
Cuándo llegamos antes de bajarme de la camioneta revisé su bolsa para encontrar un celular o algo que nos pudiera rastrear. Lo encontré y le saque la memoria rompiéndola en el proceso. A todo esto, yo sería el encargado de bajar a la chica, no tuve que ponerme la máscara ya que tenía los ojos tapados. la alcé en mis brazos y la llevé adentro de la casa.
Abrí la puerta con dificultad y los chicos me ayudaron a llevarla al oscuro cuarto que habíamos preparado para ella. Las ventanas estaban cubiertas con maderas, las paredes cubiertas con paneles aislantes de cualquier sonido y en el techo colgaban unos largos grilletes de acero donde le pusimos las manos. Debajo de ella se encontraba un colchón fino pero limpio en donde podría dormir.
El tranquilizante que le había hecho dormir duraban doce o quince horas como máximo. Le quitamos la venda de los ojos, pero la dejamos con la mordaza alrededor de la boca antes de salir del cuarto, cerrando la puerta.
Me sonó el teléfono y respondí con mala gana al ver el nombre en la pantalla.
— Espero que ya han cumplido con su trabajo. — declaró en voz tensa.
— Si, ya la tenemos.
— Tienen que cambiar de celulares, les mandaré dinero.
Fruncí el seño.
— ¿Para que?
— Por protección. Obedece y no cuestiones mis ordenes.
— ¿Alguna cosa más? - pregunté con frustración.
— Graben un vídeo para enviárselo a su padre. — Ordenó antes de soltar una risa sin gracia.
-Está bien, Adiós.
Colgué.
Carolina
Abrí los ojos lentamente sintiendo como mi cabeza daba vueltas. Sentía las muñecas entumecidas pero no entendí porque hasta que las pude ver encadenadas. La oscuridad me rodeaba y podía sentir un colchón debajo de mi. Mis manos empezaron a temblar al recordar en la situación que me encontro, mi cuerpo se tensa al escuchar voces masculinas cerca. La puerta se abre y intento gritar fallando en el intento al no darme cuenta que tenía una mordaza alrededor de la boca.
Entró un hombre alto con una máscara blanca, tapando su rostro pero no su cabello castaño cayendo algunos mechones de su coleta. Está vestido con una musculosa blanca, dejando a la vista sus musculosos brazos llenos de tatuajes y unos vaqueros de color negro y botas del mismo color. Me extiende una bandeja que deja en el piso en frente de mi con comida y agua.
— Come.
Nego con la cabeza por qué la mordaza no me dejaría comer.
— Si gritas nadie te va a escuchar así que no te esfuerces. -advierte.
Asentí.
Me quitó la mordaza y grito pero el vuelve a taparme la boca pero esta vez con su mano bruscamente.
— No grites o me llevaré tu comida y te quedarás con hambre. -está vez lo dice con tono de amenaza.
Me miró fijamente, permitiéndome ver sus ojos color avellana amenazantes.
Asentí nuevamente, esta vez segura de no querer volver a retarlo.
Me suelta y me abalanzo hacía la bandeja para empezar a comer rápidamente con el tenedor de plástico que me ofreció. El me miraba atentamente vigilando que no hiciera nada que lo pudiera hacer enojar. Intentaba no ponerme nerviosa hacía su mirada pero no podía con mis manos temblorosas. Después de que terminé la comida bebí el agua dejando el vaso vacío.
— No es tan complicado obedecer, ¿no? — pronunció.
Me volvió a colocar la mordaza, agarró la bandeja haciendo sus brazos flexionarse por un momento, aparté la vista. El abrió la puerta y la cerró dejándome nuevamente sola en la oscura habitación.
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Peligrosa Atracción ©
FantasyCOMPLETA. Carolina Baltasar es una adolescente que viene de una familia adinerada, en la ciudad donde vive desde q nació, su padre es el gobernador. Pero llega un día en el que su vida dará un cambio drástico al ser secuestrada. Su vida cambiará cua...