Te quiero y te odio

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Sí, es verdad, después de más de dos meses un nuevo capítulo, espero que lo disfruten. Gracias por todos sus mensajes y votos, los leo todos, pero por falta de tiempo no los respondo, ahora a leer!!!


Tenía un plan en mente, sin embargo este no resultó como pensaba. Les contaré, he pasado toda la tarde sentada bajo la sombra de la higuera desde hace más o menos tres semanas, pero el estúpido cavernícola ni siquiera ha asomado la punta de la nariz. No es que me guste ese tipo, es que necesito tranquilizar mi conciencia y disculparme con él como lo haría una verdadera mujer, ¿acaso ustedes no harían lo mismo?

Bueno, al final lo único que gané fue que terminé de leer dos libros de mi escritora favorita en tres semanas, todo un record verdad.

Los días pasaban, haciéndose muy largos para mí. Ya estoy de vacaciones y la vida en el campo es un poco aburrida, especialmente para chicas de mi edad. Lo  único bueno y que puede arreglar la monotonía de este lugar, es que en una semana más cumplo diecisiete años, será una fiesta muy íntima, quizás vengan algunos tíos, estarán mi madre y su novio modelo y nadie más pues como les conté antes yo no tengo amigas ni amigos por acá.

-Hija – asomó mi mamá por la puerta de mi dormitorio- voy a comprar algunas cosas, no tardo – se despidió lanzándome un beso.

Yo estaba sentada en la cama, eran las once de la mañana, pero no tenía ganas de levantarme, últimamente no tenía ganas de hacer nada, se acercaba mi cumpleaños y tampoco me motivaba, qué hacer, como no tenía mejor panorama, me deslicé bajo las sábanas dispuesta a seguir durmiendo. Cerré los ojos comencé a relajarme lentamente, estaba casi a punto de dormir cuando un suave dedo recorriendo mi mejilla me sobresaltó. Abrí los ojos sin poder quitar la vista de esos hermosos ojos miel que me escrutaban con sigilo.

-Hola – habló bajito, sonriendo con los ojos.

-Hola – respondí estirándome un poco.

-Te ves muy linda calladita, durmiendo…- estaba arrodillado en el suelo, su cara quedaba a la altura de la cama. Comenzó a pasar su mano por mi pelo y mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho.

Trate de pensar con claridad para decirle unas cuantas verdades acerca de lo mucho que lo odiaba, pero mi cerebro no conectaba, sólo se concentraba en sentir lo más nítidamente posible esas caricias sobre mi piel. Le sonreí como estúpida.

Siguió acariciando mi rostro, deslizando su mano desde mi cuello, pasando por mis hombros, recorriendo la curva de mi cintura hasta llegar a mis pies (todo sobre la colcha que me cubría obviamente). Javier acompañaba su caricia con una intensa mirada que parecía querer comerme, mi corazón realmente estaba desbocado, parecía que en cualquier momento se saldría de mi pecho.

¿Realmente está pasando esto?, estoy en mi cama así es que seguramente eso era, ¡es un sueño!, entonces si es así lo voy a comenzar a disfrutar…

-No estoy durmiendo, estoy despierta –respondí, era mi sueño así es que puedo decir lo que quiera- ¿por qué estás acá?

-Vine…-se acercó un poco más- porque quería conversar un rato contigo- ya tenía su boca casi pegada a mi oído.

Sí, ya sé que es un sueño, pero no puedo controlar mi nervios, tengo unas mariposas que me recorren entera sólo con sentir su aliento sobre mi piel…mmm y que bien huele… no tengo idea de perfumes, pero definitivamente es uno de los mejores que he sentido.

Haciendo caso omiso a mis nervios me moví un poco hasta dejar una separación de unos milímetros entre los dos.

-Esperas que te crea –pregunté sonriendo y poniendo la voz más seductora que podría encontrar. Parece que surtió efecto porque se separó un poco y me miró extrañado, parpadeó como tratando de despertar, pero luego se relajó.

Shhhh, no le cuentes a nadie, please!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora