Comienza el juego

5.9K 138 17
                                    

Nuevo capítulo junto a la dulce canción "me cuesta entender"

No supe en qué momento me quedé dormida, sólo me di cuenta de que era muy tarde cuando escuché los gritos de mi mamá, junto a los de Javier llamándome por el terreno que estaba detrás de la casa. Seguramente estaba muy preocupada, pues ya anochecía y se suponía que yo salía del colegio a las 3 de la tarde ese día.

Me levanté sin ninguna prisa, no tenía ganas de verlos y menos mirar a la cara a ese tipo que comenzaba a odiar sin ninguna razón. Caminé hasta donde ellos estaban y mi madre al verme corrió a abrazarme.

-Eva – dijo suavemente casi a punto de llorar – me tenías tan preocupada, no contestabas tu celular.

Yo me sentí culpable al verla tan mal, de verdad se había preocupado, quizás se imaginó lo peor, más encima yo tenía el teléfono en silencio así es que nunca escuché las llamadas.

-Mami –sonreí tratando de animarla- llegué temprano, pero me fui directo hasta la higuera, quería tomar un poco de aire y sin darme cuenta me quedé dormida- mentí un poco en la historia, pero tampoco le contaría la verdad.

-Por lo menos ahora se que estás bien, pero apuesto que no has comido nada, ve a tu cuarto a cambiarte mientras yo caliento la cena – y se alejó rápidamente para preparar algo abundante, de eso estaba segura.

Cuando me disponía entrar a la casa, sentí una fuerte mano sobre mi brazo y de un rápido movimiento hizo que me girará y quedara frente a él.

-Tu mamá estaba muy preocupada – me fulminó con la mirada- no te parece un poco inconsciente de tu parte desaparecer así como así – estaba furioso, sus hermosos ojos echaban chispas. Pero él no era mi padre, no entendía por qué se tomaba tantas atribuciones, sentía como su mano apretaba cada vez más fuerte.

-Qué te pasa – intenté soltarme, pero fue en vano-  ¿acaso también estabas preocupado?, señor aparecido- pregunté sin saber por qué.

Me tomó por ambos brazos y me miró directamente a los ojos, era muy alto para mí y tuve que hacer un esfuerzo por sostener su mirada. Que lindos ojos, fue lo único que pude pensar en ese momento, bajé la vista hasta sus labios, estaban muy bien delineados, eran perfectos, me imaginé cómo sería besarlos, Andrés sugirió que practicara y en esos momentos me parecía que Javier era el más indicado.

-Sabes que me preocupo por ti – se inclinó un poco para quedar a la altura de mis ojos – soy tu padrastro, no soy un aparecido – dijo como tratando de hipnotizarme y era así, ya que en ese instante solo quería perderme en sus ojos color miel y en sus labios que me invitaban a tocarlos…

… y lo hice, levanté mi mano hasta su boca y rocé levemente su labio inferior que sobresalía un poco más. Él me miró sin entender qué pasaba, pero tampoco me soltó, mi corazón latía tan deprisa que seguro lo escuchaban todos los vecinos, pero poco me importaba, mis dedos también temblaban con el roce de sus labios, sin embargo no me detuve, realmente eran tan suaves como sospechaba, me acerqué un poco más, pero  Javier me detuvo, me soltó y alejó mi mano de su boca, seriamente y con voz extraña me dijo

-¿Qué te pasa? ¿Estás drogada o algo así?, pensé que eras una niña rara, demostraste que no me pasas y ahora me haces cariño, no te entiendo –preguntó todavía con mi mano entre la suya.

Yo no sabía que me pasaba, quizás el beso de ese cavernícola había despertado en mi las ganas de acariciar, nosé, pero el tener a ese tremendo hombre frente a mí hacía que me costara recordar mi lista para poder odiarlo.

-No estoy drogada estúpido, fue un impulso nada más – y apenas dije eso me arrepentí pues él podría interpretar de muchas maneras la palabra “impulso”.

Shhhh, no le cuentes a nadie, please!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora