BIZARRO

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Ya estaba todo listo, había escogido quien sería mi primera aventura, nunca me sentí tan perfectamente diseñado para esto, todo estaba planeado, desde la primera palabra hasta el primer detalle. Había un estudio minucioso sobre su personalidad, sobre sus gustos, qué le afectaba, qué le motivaba, a que horas dormía, sus días de descanso, sus momentos de angustia, de caos y hasta qué la hacía perder su cabeza. ¿De donde había sacado tanta información? Las redes sociales, si, ellas me habían dado los mas mínimos detalles, fechas especiales, viajes y regalos que mas etiquetaba y si se empeñaba en eliminar fotos me traía información extra porque luego sabría qué la hacía volver a su tranquilidad. Un viaje podría ser, una prenda o joya, una mascota o ir al centro comercial y volver con tantas compras que ni cabrían en la cajuela de su coche. Nada de lo que veía en sus comentarios lo ignoraba, cada palabra por mas insignificante lo estudiaba, así tendría la respuesta a sus alegatos cuando llegaran, tendría cada detalle para hacerla sonreír siempre, de cualquier forma, con palabras y detalles sin mirar cuanto tiempo ni dinero podría costar hacerla feliz. Así me fui haciendo amigo de cada una, sin ser tóxico, sin la intensidad que suelen tener los viejos como yo cuando dudan de sus capacidades y temen perder el tiempo y el dinero. Mi actitud era de águila, sin temer a las alturas ni a la ramas secas porque confiaba en mis alas, mi vista, mi estrategia y mi experiencia. Lo cortés no quita lo valiente, así recordaba la voz de mi padre enseñándome el arte de crear una imagen a favor, mi caballerosidad hablaba por mi y si debía defender a una mujer de algún insulto o agresión entonces lo hacía con tanta educación que sobraba presentarme. Poco a poco fui entrando en cada conversación, fui adentrándome en sus vidas hasta hacerme casi necesario cada noche en sus tertulias, podría decir que aplicaba el poder de la palabra que se necesita en su momento, lo que cada quien quiere escuchar cuando se debilitan, porque aprendí durante muchos años que las mujeres en su mayoría son muy auditivas, que por su oído empieza la permisividad de su compañía y luego debe venir la práctica de esa teoría. Si decimos sos una princesa, luego debemos tratarlas como tal al contrario de nosotros que somos visuales y solo nos basta con ver lo hermosas que están y lo que resta lo soñamos.

YO TAMBIÉN FUI SUGAR DADDYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora