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•ೋ° DINASTIA KANG °ೋ•

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En aquel gran palacio pertenecía a los Kang, aquella no era cualquier familia noble, aquellos eran los máximos gobernantes. Ahí vivía el segundo príncipe, llamado Kang Yeosang, era un joven hermoso de cabello castaño, piel de porcelana, labios rosas y unos brillantes ojos acaramelados, parecía irreal, su belleza deslumbraba a cualquiera, varias familias nobles querían casar a sus hijas con él.

Yeosang era amable y bondadoso, no discriminaba a nadie, testigo de eso eran los trabajadores del palacio, los cuales le tenían mucho cariño a aquel joven de carácter dulce.

En ese momento era de noche, la reluciente luna llena regalaba su luz y las brillantes estrellas adornaban el cielo despejado, debido al silencio de la oscuridad sólo se escuchaban el canto de los grillos, el sonido del agua del pequeño riachuelo que se encontraba en uno de los patios.

El príncipe Yeosang salía de una de las habitaciones principales del palacio, justo había terminado una conversación con el rey. Debido a eso tenía sus manos cerradas en forma de puño y el ceño fruncido.

—Su alteza ¿Irá nuevamente a su habitación? —preguntó un chico alto que esperaba en la puerta.

—Sí, acompáñame, San, ya no quiero permanecer en este lugar. —

—A sus ordenes, alteza. —el pelinegro siguió al príncipe.

San era el sirviente más leal de Yeosang, ambos tenían la misma edad y se conocían desde pequeños ya que la madre de Choi trabajaba en la cocina, a los trece años se le fue asignado servirle a Kang, con el pasar del tiempo se volvió su guardaespaldas, confidente, mano derecha, mejor amigo...

Y algo más...

Al llegar a la habitación, lo primero que hizo Yeosang fue sentarse y tomar el licor de arroz que estaba en la mesa.

— ¿Nueva propuesta de matrimonio? —San preguntó, a la vez que se sentaba frente al castaño.

—Si, mi padre insiste en que ya tengo la edad para casarme, apenas tengo veinte años, yo aun no quiero comprometerme, además... —se quedo en silencio por un momento.

— ¿Además? —

—El que me gusta eres tú, San. —aquello lo dijo en un tono bajo y suave, solamente para que el mencionado lo escuchara.

Como decían, las paredes tienen oídos y quería evitar cualquier problema.

—Alteza usted sabe que también me gusta, pero lo nuestro es imposible, en este reino el amor entre hombres está prohibido. —el rostro de San mostraba tristeza.

Porque si, aquello estaba totalmente prohibido, lo veían como una aberración y si descubrían a dos amantes del mismo sexo eran mandados a la hoguera.

『𝑴𝒂𝒓𝒒𝒖𝒊𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓 ♥️』ˢᵃⁿˢᵃⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora