4. The Sun

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La rubia simplemente observó a su amiga y no pudo decir palabra alguna por temor a llorar, nadie la podía ver así.

La azabache se dio cuenta de esto y antes de que la contraria se fuera, la agarró de la mano y empezaron a caminar juntas como siempre lo hacían después de la escuela. En ningún momento Marcy soltó la mano de la líder de las animadoras, incluso en unos momentos su agarre se volvía más fuerte.

— Marcy, ¿Dónde quieres llevarme? —preguntó Sasha qué estaba confundida.

— Dónde siempre nos sentimos mejor.

Ambas estaban en el parque donde se habían conocido aquella tarde.

Las dos adolescentes se hecharon en el pasto y observaron el cielo que parecía nublado.

— Aún me acuerdo la vez que nos conocimos, aunque fue bastante vergonzo —recordó con un pequeño sonrojo.

— Sí, lo recuerdo, yo estaba paseando y de repente vi a una nerd intentando bajar su mochila de un árbol y recuerdo que le di una lección a aquel idiota que la puso ahí en primer lugar.

— Realmente ahí me di cuenta que la capitana de las porristas no era tan mala como la hacían ver algunas personas —apartó la vista hacia su compañera.

Sasha iba a decir algo, pero simplemente apartó la mirada con tristeza.

— Cuando te vi pensé "que bien, se burlara de mí como todos lo hacen", pero me equivoque —Marcy acarició la mano de Sasha con ternura.

— ¿Necesitas ayuda? -La alta preguntó guardando su teléfono

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¿Necesitas ayuda? -La alta preguntó guardando su teléfono.

Yo...—Marcy se le fue difícil formular sus palabras—. creo que sí.

La alemana subió al árbol, claramente dejando su mochila al cuidado de la azabache.

Ella era atlética, sin embargo la rama del árbol era muy frágil, lo que fue inevitable que ella no chocará contra el suelo.

¿¡Éstas bien?! la azabache se preocupó y de inmediato fue por su mochila que ya estaba en el firme suelo.

Saco una botella de agua oxigenada y unas cuantas curitas para las heridas de aquella rubia.

Mientras limpiaba las heridas, está no pudo evitar sentirse culpable.

Lo siento —mencionó con angustia.

¿Porqué te disculpas? —la rubia miró fijamente a la chica delante de ella.

Bajaste mi mochila y terminaste así.

Yo quise ayudarte, además deberíamos culpar al que puso la mochila ahí en primer lugar —respondió con seguridad—. ¿Quién fue?

El diario de alguien (Sashannarcy) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora