PRELUDIO

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A D V E R T E N C I A

ESTA OBRA ESTÁ DIRIGIDA A UN PÚBLICO ADULTO.

Contiene violencia altamente explícita. Abuso sexual, emocional, físico, discriminativo, racial, entre otros. Autolesión o pensamientos suicidas. Abuso de sustancias. Abuso explícito de menores. Adicciones. Alucinaciones, delirios o paranoia. Asesinato infantil. Bullying. Enfermedades mentales (ansiedad, depresión, psicosis, trastorno bipolar, etc.). Guerra, genocidio o bombardeos. Hospitalización. Incendios. Muerte y/o Asesinatos. Pérdida de un ser querido. Problemas de ira. Racismo. Sangre, gore o lesiones. Secta. Sexismo y misoginia. Sexo explícito. Suicidio. Terrorismo. Trata de personas. Violación o Agresión sexual. Tiroteos. Tortura física y/o emocional.

EL SOLDADO DE OHJA

VOLUMEN II

Durante una longeva y fría noche, húmeda. Con la niebla densa y en el corazón del bosque:

Dentro de alguna estructura industrial, en las entrañas de una obscuridad absolutista. Donde los destellos que eran producidos por armas de fuego iluminaban el lugar durante instantes fugaces, y; donde solo podía ser apreciada la muerte, y una sutil danza. Extremidades desmembradas, varadas por el suelo; charcos de sangre fresca extendiéndose entre seres humanos devastados y mutilados. Una silueta bailaba sobre todo aquello, envainando un sable que se teñía cada vez más en carmesí. Mientras que su cuerpo se empapaba del mismo color. Se le veía solo durante unos momentos, cuando las armas de sus víctimas disparaban perdidas sin rumbo ni objetivo, o cuando las luces todavía operando parpadeaban. El ambiente vociferaba desesperación.

Una espada danzante, como siguiendo alguna coreografía. El sonido metálico de los pasos, en su caminar, era lo único que revelaba su posición. Y la revelaban porque esta así lo quería. La matanza se recorría a lo largo pasillos y habitaciones; en algunas de ellas, se podía apreciar a niños reunidos en terror, observando el duro acaecimiento y, algunos de ellos, muriendo en fuego cruzado por balas que perdieron su rumbo. Luego de largos minutos, parece quedar solo un superviviente, pero; no por mucho tiempo. Un sujeto que se encontraba derrotado, tirado en el suelo y contra la pared, con una máscara que tenía un pico similar al de una cigüeña, dispara su arma automática hasta oír el chasquido de un fusil que ha agotado sus municiones. A medida que disparaba, se podía ver como esta silueta se aproximaba más y más hacia él, esquivando las balas al tiempo que se movía ágil de una cobertura a otra, en la obscuridad.

—No, espera... ¿¡El soldado de Ohja!? No, no es posible... ¡Tú no eres él! Esa silueta... no hay máscara. Sé quién eres... ¡eres el niño! —recita temeroso.

—¿Niño? Ese niño del que hablas ya no existe. Dices que no soy Ohja, pero ¿En qué te basas?... El soldado de Ohja... no es una persona. Es un símbolo, una insignia... un mensaje... —alardea acercándose lentamente, hasta poner la punta de su sable sobre el estómago del sujeto—. Al igual que esto... acabar con uno más de sus "nidos", no se trata ni de justicia, ni de heroísmo —continúa hablando mientras empuja la hoja cada vez más dentro del hombre; poco a poco, atravesando la carne y los órganos internos—, es un mensaje... —engrosa la dulce voz.

El tipo apenas podía respirar. La sangre había invadido sus vías respiratorias. Encontraba salida en su boca y nariz, y se escurría de entre la máscara de Cigüeña, por la parte del cuello, mientras forcejeaba.

El joven se le acerca al oído y le susurra con una voz en proceso de maduración:

—Voy a matarlos... a todos... No va a quedar... uno solo de ustedes convida —termina retirando el sable que se había enterrado en su torso, y lo habíaatravesado por completo, con un tirón, y le desbasta la cabeza en un movimientodiligente. Dicha silueta observa los remanentes; orgullosa, antes de guardar elsable en su respectiva saya, cuya sangre destilaba.

PREDACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora