Epílogo

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2003, Nueva York.

—Hace siete años, jamás habría pensado verte rodeado de penes de silicona con tanta naturalidad.

Namjoon enseguida levantó la mirada para observar a Seokjin que había entrado a la tienda después de levantar hasta la mitad la cortina metálica que la mantenía cerrada.

Sacó un audífono de uno de sus oídos y pauso la atronadora música que sonaba desde el pendrive que Jungkook le había regalado hace un par de meses.

—Pensé que tenias dos despedidas hoy.

—Se canceló una —Murmuró Seokjin con un suspiro —La novia se estaba acostando con su cuñado.

Namjoon abrió los ojos con impresión y Seokjin se encogió de hombros.

—Da igual, el tipo no parecía demasiado afectado cuando fue a verme, creo que se casaban solo por conveniencia.

—Tan de "Nueva York"Dijo Namjoon abriendo los brazos para recibir a Seokjin que ya había llegado a su lado.

—¿De Nueva York? Te recuerdo que yo estuve atrapado en un compromiso arreglado desde que tenía nueve años.

—Mmm —Murmuró Namjoon apretando a Seokjin contra su cuerpo —No lo sé, ya no recuerdo nada de eso.

—Que conveniente.

Ambos se besaron como saludo e inmediatamente después Seokjin comenzó a hurgar en las cajas llenas de nuevos productos.

El negocio en mente del señor Cooper seguía un poco la misma línea del anterior.

Abrió sex shops a lo largo de todo el país, las primeras tres en Nueva York, Namjoon fue el encargado de supervisarlas todas, manejó la logística, los proveedores y rápidamente todo fue creciendo, convirtiendo el nombre de la tienda en una marca, fabricaban desde preservativos hasta los juguetes sexuales más innovadores.

Namjoon estuvo un año completo ocupado viajando por todo el país a medida que se abrían nuevas tiendas hasta que por fin logró estabilizar el negocio y prefirió quedarse a cargo de la sucursal central en queens.

No había llegado hasta ahí para seguir dedicando toda su vida a trabajar, así que rentaron un apartamento de dos habitaciones cerca de Brooklyn y se establecieron juntos, cayendo en una rutina que no fue aburrida ni poco emocionante.

Seokjin trabajó durante un año en una librería, mientras comenzaba a tener un interes especial por el canal de cocina, sobre todo por los programas relacionados con la repostería.

Siempre parecía tan relajante ver a la persona al otro lado de la pantalla esparciendo crema batida o ganache de chocolate, creando obras maestras que se convertían en el centro de atención en fiestas infantiles, bodas, bautizos o cualquier tipo de celebración.

Seokjin no pensaba que tenía el talento, seguramente haría un desastre en la cocina y la experiencia no sería tan relajante en la práctica.

Pero Jungkook se hacia mayor y cada vez pasaba menos tiempo en casa, ocupado con sus nuevos amigos y conseguir créditos suficientes para la universidad.

Namjoon también estaba ocupado con el trabajo.

Lo que dejaba a Seokjin con el tiempo libre suficiente para deprimirse solo en casa mientras extrañaba a Namjoon, Jungkook y su mejor amigo que no veía hace casi tres años.

En un arrebato, compró un libro de repostería con su descuento de empleado, por ocho dólares la portada prometía enseñarle ocho bizcochos básicos con decoraciones sencillas para triunfar en las fiestas infantiles.

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