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Señorita Kujou, no puede estar aquí, Yae Guuji nos ha solicitado que nadie se acerque al santuario— comentó la Miko superior.

No sabía que eso estaba permitido— cuestionó con severidad— Si es así, no tardaré mucho, solo meditaré unos minutos. Ustedes 2, no es necesario que me escolten devuelta, tienen el resto del día libre— Ordenó la general y dio una seña con su mano para que los soldados se retirarán.

Señorita Kujou... Espere, La suma sacerdotisa se enojará si la ve!!!

No tengo problemas en hablar con ella, le diré que trataron de detenerme pero no pudieron— respondió sin mirarlas y adentrándose en el santuario.

(Odio está temporada...) Pensaba para si misma Yae, mientras se tocaba las mejillas, las sentía calientes, su entrepierna se encontraba palpitante y su deseo sexual había incrementado mucho más que los años anteriores. A pesar de todo Yae seguía siendo un Kitsune y como tal, estos también tienen períodos de celo.

(Ei recién a vuelto del plano de la Eutimia y no he vuelto a hablar con ella desde la pelea con el viajero... Dudo que le importe lo que me pasa, pero...)— desvío su mirada a la ventana, molestándose— No sé supone que nadie debe estar en el santuario, las Mikos tienen prohibido adentrarse a esta zona... Sara...— susurro molesta.

Estos últimos días han sido algo ajetreados, desde la reunión con Sangonomiya Kokomi, hasta las constantes provocaciones de Itto y su odiosa pandilla...— murmuró para si misma, cambiando su semblante a uno lleno de duda y melancolia— A pesar de llevar toda mí vida centrada únicamente en la comisión y en cumplir los deseos de la todapoderosa Narukami del Trueno, Shogun Raiden.

Últimamente he sentido más soledad de lo habitual... Je~ que estoy diciendo... No debería de decir estas cosas, soy lo peor. No debo ser más que un peón para la Shogun, solo eso. Soy feliz con eso— se trató de convencer a si misma, cerrando sus ojos y respirando profundo.

Sabes que no está habilitado el permiso de visita al santuario o acaso eres igual de terca que un Oni?— cuestionó molesta.

Ufff... No esperaba que apareciera tan rápido, señorita Yae— Abrió los ojos, girando su rostro para fijar su mirada en Yae.

Deberías de irte, no quiero que vuelvas a aparecer hasta dentro del tiempo establecido, queda claro?

Supongo que si...— mirando con curiosidad la ruborozidad en el rostro de la Kitsune— (estará enferma?)

Pensado esto y sin aviso, Sara dio unos cuantos pasos y acortó la distancia que las separaba, logrando sobresaltar a la astuta Kitsune que se quedó congelada, mientras Sara le tocaba el rostro.

Se encuentran bien? Tiene una temperatura más alta de lo usual y sus mejillas se encuentras sonrojadas— comentó con curiosidad, bajando su mirada para ver mejor el rostro de la mujer.

...— Yae se quedó un segundo más quieta y dió un paso atrás, quitando la mano de la tengu— Estoy bien, General Kujou. Le pido se retiré de inmediato y dejé de hacerme perder el tiempo— retirándose rápidamente del lugar.

Eso fue extraño— mirándose la mano.



A los días, Sara tuvo otra reunión con Kokomi y los suboficiales del ejército. Se sentía agotada mentalmente y necesitaba relajarse, recordó que no podía ir al santuario y se dispuso a caminar por el bosque Yougou y entre ello, vió con curiosidad como los animales del bosque se comportaban diferente en esta ocasión, andaban más ruidosos de lo normal y en el ambiente se sentía algo extraño. Con esto en mente, decidió volver al santuario, pero en esta ocasión, iría directamente a hablar con Yae.

Señorita Kujou, Yae Guuji ya le advirtió que no debía presentarse en el santuario. Por favor haga caso, no quisieramos que tuviera problemas— suplicó la Miko, junto a otras 2 que estaban custodiando la entrada.

No se preocupen por mí, vengo a hablar con ella y no teman, no pasará nada. Les pido se retiren, abajo están mis soldados, nada ni nadie subirá hasta aquí— comentó confiada.

No creo que sea una buena idea, señorita...— cuestionó con temor la Miko.

— Vayan—

Sara esperó a que las Mikos se retirarán antes de entrar en el santuario; al ingresar, se dirigió directamente a dónde se supone estaba Yae y así era, se encontraba sentada, en silencio con los ojos cerrados, el rubor de su rostro aún se encontraba en este y notó como está respiraba agitada, parecía sufrir y decidió acercarse con cautela a su lado, asustando la cuando está sintió la presencia de la tengu, logrando que se tirará a un lado y se pusiera de pie de inmediato.

Que haces aquí, Kujou Sara?!? Te dije que no volvieras, acaso quieres que te relevén de tu puesto, porque estás sacándome de quicio y sabes que puedo hacer que lo hagan— bramó molesta, cubriéndose medio rostro.

Vine porque tengo una duda.
— No podías esperar?!??—

No, es el bosque— Yae miro con extrañeza y guardo silencio— los animales están actuando extraño y me preguntaba si eso a ti te estaba afectando.

Es normal en esta época, Gnral. Kujou, es parte de la naturaleza animal. Ahora lárgate de aquí!!— Ordenó con rabia y se mantuvo estoica frente a la pelinegra.

No has contestado la pregunta, Yae— caminando en su dirección sin despegar su mirada de la Kitsune.

N- No entiendo de que hablas, respondí tu pregunta. Vete!— respondió a la defensiva, mientras se echaba para atrás.

Que extraño, no pareciera que fuera la misma Yae Miko, la astuta y burlesca Kitsune de siempre—

No entiendo tus preguntas, aléjate!!! No te atrevas a dar un paso má-!!— chocó con la pared, sintiéndose acorralada.

Veo que a ti también te afecta lo que está sucediendo en el bosque. Déjame ayudarte, a final de cuentas eres de suma importancia para la Shogun y no me permitiré que algo te pase—

No puedes ayudarme, vete de aquí o no tendré consideración contigo la próxima vez que oses a irrumpir en el santuario de esta forma— amenazó con seguridad.

Si puedo, sé que es lo que te pasa, creí que si lo hablaba podríamos llegar a concenso, pero veo que no— arrimandose a Yae, metiendo su pierna en la entrepierna de la susodicha y agarrando su rostro para que no tratará de escapar.

La Kitsune no podía aguantar más la falta de respeto de la tengu hacía su ser, planeaba hablar con la Shogun para que la castigase, hasta que, está última, la sorprendió nuevamente y logró sacarle un pequeño gemido por la imprudencia de su pierna en su centro, su rostro fue encarcelado por el agarre firme de la tengu y su mano derecha sujetada con fuerza contra la pared.

Temporada de celo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora