01. El chico de los ojos tristes en el bosque

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♪ Había un chico, un chico extraño y encantado...
Dicen que el vagaba lejos, muy lejos. De ojos tristes y muy sabio. Y entonces un día con suerte el paso por mi camino. ♪

(There was a boy, a strange enchanted boy. They say that he wandered far, far away. With sad eyes and very wise then one lucky day he passed my way)

♪ Nature Boy ♪
AURORA


***
CAPÍTULO 1


Corre...

No puedo respirar.
No puedo... no puedo hacerlo.

Me asfixio. Me ahogo con aire.

Solo corro. Corro sin pensar en nada en absoluto, mi mente tan en blanco como el lienzo de un artista sin inspiración, el viento frío deslizándose por mi piel y mis oídos pitando tan fuerte que me sorprende no sentir un hilillo de sangre escurriéndose de ellos.

Un regusto extraño posándose en la punta de mi lengua. El sudor frío esparciéndose por mi frente y las ramas de los árboles rasguñando mis brazos y mi rostro severamente, como una innegable advertencia de que no debería estar aquí.

Realmente no debería estar aquí.

Respira, Jhada... Tienes que respirar...

Me dice una voz lejana. Creo que soy yo misma.

Corro hasta que solo veo bosque y oscuridad.

Corro hasta que siento mis piernas desfallecer.

Corro hasta que mis pulmones arden.

Corro hasta que mis ojos escuecen.

Corro hasta que el dolor en el disecado y maltrecho órgano palpitante en mi pecho se vuelve inaguantable. Insoportable. Invivible.

—¡Joder, no...!

Corro hasta que estoy tan aturdida y mareada que tropiezo y me caigo, mi cabeza impactando contra una roca con crujido espeluznante en un golpe seco, certero.

Mi mente se pierde.

>>No te acerques al bosque...

Me había dicho mi padre apenas llegar al pueblo.

>>Esto es  Shadowville, ¿Recuerdas? No hay que fiarse de nada ni de nadie, y mucho menos en el bosque. Es enserio, los residentes me han contado que allí ha muerto gente. Lo llaman El Bosque Maldito o algo así, ¿Tú crees en esas cosas, cariño? Yo sí, así que por favor...

No te acerques al bosque.

Abro los ojos ligeramente, solo un pequeño aleteo, las motitas y partículas flotantes rebotando en los delgados y traslúcidos rayos de luz, lo cuales atravesaban las infinitas ramas de los gruesos árboles infinitos para acariciar mi rostro con ternura. Respiro pesadamente el olor a pino y a tierra mojada, tratando de encontrar mi ritmo, tratando de no ahogarme.

Si tan solo no fuese tan impulsiva. Si tan solo hubiese obedecido a los grandes letreros de advertencias por el camino hacia aquí. Pero al parecer algo tan básico como obedecer o acatar las leyes federales no era algo que estuviese en mi naturaleza.

Cuando alicaída me llevo una temblorosa mano a la cabeza aun en el suelo, apartando el largo y sudoroso cabello negro de mi rostro, el contacto escuece sin piedad alguna y hago una mueca de dolor. Me he lastimado la cabeza.

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