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Indirectas

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¿Y quién es ese chico tan carismático y aclamado de Mandela county?

¡Cesar Torres!

Un muchacho mexicano, de familia adinerada y alguien tan inalcanzable para la perspectiva ajena. Chico del cual atraía a medio curso no solo por su posición social, sino que también aplicaba su 'perfecta' personalidad y cualidades tan llamativas, cómo saber tratar a la gente. La gente le caía a mares y era sumamente agotador. Inclusive a los profesores les simpatizaba y era aplicado con sus notas.

—Que bonita casualidad—
Su voz, sus melodiosas cuerdas vocales, ligeramente grave pero sutil y arrullador. Fue dirigida al un chico (posiblemente el más aburrido) de la clase, Mark Heathcliff.

Sus manos se juntaron con el lápiz aplastado por sus palmas, algo nervioso levantó su cabeza de la hoja mientras cubría el contenido del papel con sus puños.

—Hola...— Cesar se inclinó con suavidad en el banco de Heathcliff.

—Así que... ¿Somos de la misma clase?—

Mark asintió con algo de felicidad a lo cual Cesar sonrió.

—Me alegra, así no tendré que estar con gente interesada—

La vida de Cesar no era de un total color rosa. La gente siempre tenía altas expectativas de él, lo sofocaba y no podía encontrar su paz interior con nadie, ni siquiera en su propio hogar. Era tan complicado vivir de esta manera, pero a fin de cuentas tendría que aceptar que el camino fácil lo había escogido para siempre.
Ahh pero como cualquier cliché milagroso había alguien, alguien destacable entre todo este océano profundo de personas.
¿Quién? Pues...

Mark lo miró directamente a los ojos con curiosidad. —Después de todo eres el único que realmente vale la pena de este salón—

Su compañero lo observó con cierta extrañeza pero aún así atesoro sus palabras sin embargo sabía que la gente no lo dejaría estar solo y mucho menos con alguien como él.
—Te van a buscar, Ces—

Pudo sentir cierta melancolía en sus palabras al comprender la constante soledad de Mark. Cesar tomó las riendas para darle a entender que su persona siempre estará a la merced de su mejor amigo.

—Y yo no los voy a tomar en cuenta— Sus labios formaban una orgullosa sonrisa al decir esto.

"Como si estos randoms fueran la gran cosa"

Ya no estarás solo, Mark— contestó con firmeza

El castaño sonrió mordiéndose un poco la parte interior de una de sus mejillas. Era un gran peso menos, la ansiedad de no saber con quién trabajar a la hora de hacer trabajos en equipo se había esfumado. Estaba sumamente agradecido con su hospitalidad.

—Gracias...— soltó sintiéndose vasto al solamente limitarse a agradecer con palabras su preocupación.

Cesar quería acompañar sólo a Mark, porque con él pudo aprender a valorar la honesta humanidad. Bastaba y sobraba decir lo cómodo que se sentía con el americano de ojos grises.

Mark soltó el lápiz y lo metió en su cartuchera azul, cerró su cuaderno en el cual yacían muchas migas de goma al estar dibujando en clases. El azabache ciertamente lo admiraba por cosas tan mínimas e inimaginables...

—¿Nos vamos a almorzar?—

—Claro—

Mark se levantó de su asiento y ambos chicos emprendieron su caminata hacía sus casilleros y sacar sus loncheras para almorzar en el patio que era menos recurrente. Puesto que a Mark le gustaba estar tranquilo en ese lugar y la felicidad de Mark era la de Cesar.

—Supongo que desde ahora mi parte favorita de venir a clases será verte— Se aclaró la garganta apenado por lo dicho, rio con cierta cobardía y evadió el tema tapando lo anterior con más palabras pero Mark se le adelantó

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Supongo que desde ahora mi parte favorita de venir a clases será verte— Se aclaró la garganta apenado por lo dicho, rio con cierta cobardía y evadió el tema tapando lo anterior con más palabras pero Mark se le adelantó.

—Creí que tu parte favorita era colaborar con las chicas—

Lo tomó por sorpresa.

—Orale... Pues te seré franco, la mayoría de ellas son un dolor de cabeza pero eso no debería ser razón para invalidar a alguna de ellas, solo ciertas actitudes que tienen son mediocres...— Tan considerado como siempre.

Mark lo miró extrañado pero sonriendo levemente admirando al contrario.
—Me impresiona tu dominio en la sutileza—

Cesar tenía una calurosa sensación recorrer por todo su ser, era algo entre tensión al considerar que su mejor amigo no lo había captado e inclusive ni siquiera tomarlo en cuenta. Al mismo tiempo se sentía aliviado por pensar esto, puesto que se estaría precipitando demasiado rápido.

—La mía es la hora de salida— Le respondió con naturalidad mientras llevaba el tenedor con fideos a su boca.

—Tiene sentido...— Resopla rendido a la sabrosa sopa en la cuchara, intentando pensar en algo más para enternecer o algo similar.
Y entre todos esos pensamientos algo tonto se le había ocurrido que de todas maneras lo iría a decir en cualquier momento porque era la verdad y juró sinceridad mutua ante Mark. Era muy valioso.

Tus lunares son un vicio, y me ofrecería a contar cada uno de ellos—

Se mordió la lengua después de aquello, asimilando esto como si estuviese metiendo las manos al fuego. La adrenalina se expresaba en los sonoros latidos de su corazón.

—Tengo 7— Nuevamente respondió con naturalidad ¡Este sujeto es tan raro!

—Yo opino que no sabes cuántos más tienes ocultos—

Sus ojos grises fueron entrecerrados en una mirada atrevida y mordía la carne enredada entre la pasta. —Mmm... Puede ser—

Cesar levemente sonrió festejando internamente.
Con esto ambos dejaron de hablar y dedicaron el resto del receso a devorar cada trozo de sus almuerzos, disfrutando la presencia del uno al otro.

"No existe nada más interesante que la conversación de dos amantes que permanecen callados"

Amorometro | CesarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora