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Sonrojo

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¿Saben una de las cosas que César adoraba de Mark?

Si bien podía ser algo raro en el ámbito social, había una cualidad que lo dejaba en una vergüenza que lo caracterizaba al estar centrado en algo y fuera sacado repentinamente de su burbuja.

Ese bonito color que desciende de tus venas y recorre todo tu cuerpo entero de pies a cabeza, que suele habitar tu rostro en momentos de ira, tristeza y pena.Cuando sientes tu cuerpo agitado, caluroso y acompañado de las aperladas gotas de sudor.Y lo mejor de todo: tiene una extensa paleta de colores para escoger y decorar tu piel!

Su blanca figura, además de ser empolvado con las *estrellas, también poseía nebulosas que se extendían, atrayentes a la vista.

Esas nebulosas de colores cálidos se llamaban sonrojo. 

Siempre había encontrado fascinante la manera en que el sonrojo coloreaba las mejillas de Mark, añadiendo un matiz único a su expresión. Era como si cada tono de rubor revelara una parte diferente de su personalidad, desde el rosado suave de la timidez hasta el rojo carmesí intenso de la frustración.

En ese día soleado de festival cultural, mientras paseaban en el campus de su universidad, donde se encontraban en un día especial. Habían los puestos de comida y actuaciones en vivo, César no podía evitar notar cómo el sonrojo jugaba en las mejillas de Mark en respuesta a los diferentes estímulos a su alrededor repleto de gente, mucha gente.
Parecía lindo, pero también sabía que mostraba su incomodidad ante las situaciones sociales. El mexicano siempre estaba al tanto de las señales de su amigo, notó cómo Mark jugueteaba con su rosario y evitaba el contacto visual directo, revelando su deseo de retirarse a un lugar más tranquilo.

En ocasiones, cuando conversaban o compartían momentos juntos, Mark se sumergía tanto en la conversación o en sus pensamientos que parecía olvidarse de todo lo demás a su alrededor. Y en esos momentos, cuando algo lo tomaba por sorpresa o lo sacaba de su ensimismamiento, su rostro se teñía de ese delicado tono rosado, revelando una vulnerabilidad que encontraba irresistible.

En este festival cultural de la universidad, Mark y César se encontraban paseando entre los diferentes puestos, explorando las diversas atracciones que ofrecía el evento. La música en vivo resonaba en el aire, mezclándose con el aroma tentador de la comida callejera y el bullicio de la gente. Mark parecía más relajado de lo habitual, disfrutando del ambiente festivo con una pequeña sonrisa a pesar de su habitual reserva.

Mientras caminaban hombro con hombro entre los puestos de comida, César se distrajo por un instante al escuchar la música en vivo que provenía de un escenario cercano. Una banda local de la universidad estaba interpretando una canción de Two Door Cinema Club que atrajo su atención, y no pudo evitar detenerse por un momento para escucharla con atención.

Mark aprovechó la oportunidad para probar un bocado de un dulce que acababa de comprar en uno de los puestos. El sabor dulce y la textura esponjosa del postre lo llevaron a cerrar los ojos por un instante, sumergiéndose en la experiencia sensorial.
Con cada mordisco podía sentir la dulzura del postre inundando su paladar, pero también podía sentir el molesto, para él, calor del sonrojo comenzando a extenderse por sus mejillas. Aunque no estaba seguro de por qué se sentía tan nervioso de repente, decidió disfrutar del momento mientras esperaba a que César se diera cuenta de su ausencia y regresara a su lado.

Una pequeña porción de comida cayó y aterrizó en su camisa negra. Mark miró hacia abajo, tratando de limpiar el desastre con una servilleta.

—Maldito flan...—A pesar de su esfuerzo, la mancha persistió, dejando una marca evidente en su ropa.

Levantó la mirada con nerviosismo, esperando que nadie no lo hubiera visto en su momento de torpeza. Sin embargo, al girar hacia donde estaba su amigo, se encontró con la figura de César, quien había regresado justo a tiempo para presenciar el pequeño accidente.

—Perdón por dejarte solo, estaba- Oye...—Interrumpió su disculpa al notar el sonrojo que coloreaba las mejillas de Mark, una mezcla de timidez y frustración que no pasó desapercibida para él. Se acercó con una sonrisa suave y una chispa traviesa en sus ojos marrones.
 —Pfft- Al parecer no quería que te lo comieras —

El sonrojo de Mark se intensificó ante la atención de César, sintiéndose avergonzado por su descuido. Sin embargo, la risa contagiosa de César y su actitud ligera al respecto ayudaron a aliviar la tensión.

—Sí mira, hasta le salieron piernas y todo...—respondió con una leve risa nerviosa, mientras trataba de limpiar la mancha lo mejor que podía con la servilleta.

Su amigo soltó una carcajada mientras se acercó un poco más, extendiendo una mano para tomar suavemente la servilleta que Mark estaba usando para limpiar la mancha en su camisa. Sus dedos rozaron ligeramente la piel de Mark, enviando un cosquilleo por su espina dorsal y haciendo que su sonrojo se intensificara levemente.

—En fin, déjame ayudarte con eso —dijo con voz suave, su mirada encontrando la del castaño con ternura.

Mark se quedó mirando a César, sintiendo cómo su corazón latía un poco más rápido en su pecho. La cercanía repentina entre ellos y el brillo reconfortante en los ojos del latino hicieron que el rubor se intensificara aún más, extendiéndose por sus mejillas con una calidez, ahora, reconfortante.

César se inclinó un poco más, su rostro acercándose al de Mark con una delicadeza palpable. Mark sintió un cosquilleo en el estómago mientras su corazón comenzaba a palpitar con fuerza, la emoción burbujeando en su pecho.

Su olfato captó rápidamente el olor a perfume masculino.
Estaba hipnotizado por la cercanía de César a tal punto de que todos sus sentidos se agudizaron, deseando poder expresarse adecuadamente.

Antes de que pudiera reunir el coraje para decir algo, César levantó la mirada y se encontró con los ojos de Mark. Hubo un breve instante de silencio cargado de emoción entre ellos, como si ambos estuvieran a punto de cruzar un límite invisible.

Mark se mordió el labio inferior, sintiéndose inexplicablemente atraído por la cercanía. Por un momento, olvidó por completo la mancha de flan en su camisa y se encontró perdido en los ojos marrones del mexicano.

Entonces, rompió el momento con una sonrisa suave y un golpe juguetón en su pecho.

—Como nuevo— dijo orgulloso dándole su espacio personal —No quita la mancha pero la podemos tapar por ahora. Y además sé lo mucho que te gusta—

Miró hacia abajo, notando el pequeño pin de Sonic que César había colocado sobre la mancha en su camisa. —¡Es perfecto!— Sonrió con un brillo en sus ojos grises.

—¿Qué te parece si vamos a probar esas empanadas que tanto te gustan? Creo que te ayudarán a olvidar ese pequeño accidente con el flan —propuso César, cambiando de tema con naturalidad. —Por cierto, tienes manchada la cara y te ves lindo mientras comes—

—Cállate y camina—rodó los ojos divertido mientras se limpiaba la mejilla, agradecido por el cambio de conversación que le permitía recuperar su compostura. Mientras caminaban hacia el puesto de empanadas, no pudo evitar pensar en el tacto gentil y las palabras de aliento hicieron que el sonrojo en las mejillas de Mark se desvaneciera lentamente, reemplazado por una sensación cálida de... ¿Cariño?

Tal vez, pensó Mark para sí mismo, el sonrojo no siempre era algo malo. Tal vez, a veces, podía ser el comienzo de algo hermoso.

Había algo en la forma en que César lo miraba con esos ojos marrones llenos de ternura que hacía que su corazón se acelerara y su estómago se revolviera de una manera deliciosa y aterradora al mismo tiempo.
El roce de los dedos de César en su piel aún le enviaba escalofríos por la espalda, pero esta vez era diferente. No era solo el cosquilleo de la amistad, sino algo más profundo, más intenso. Y cuando sus ojos se encontraron, sintió como si pudiera perderse en el abismo de esos ojos marrones y nunca querer salir.

No podía ignorar la chispa de atracción que sentía hacia César, ni el profundo afecto y la conexión especial que compartían.

Y aunque todavía no estaba seguro de lo que significaban estos sentimientos encontrados, Mark se prometió a sí mismo que exploraría estos sentimientos más a fondo, a pesar que eso significara enfrentar los prejuicios en su familia y sus miedos más profundos.

Porque en el fondo de su corazón, Mark sabía que César era alguien a quien no podía imaginar dejar ir.


*lunares
el q madruga dios lo ayuda swuiwajakakaja
chau no aguanto el sueñño

Amorometro | CesarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora