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Prestar atención

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Cesar estaba rodeado de las chicas de su clase, pero siempre buscaba liberarse de ellas para pasar tiempo con el chico solitario de la clase, Mark.

Lo observó con el rabillo de su ojo al chico que, como de costumbre, estaba dibujando en la part trasera de su cuaderno. Cesar no pudo evitar sonreír un poco; él mismo nunca había sido capaz de dibujar tan bien y admiraba el talento del muchacho para el arte.
Pero para los demás, cuando se trataba de él, ellos lo encontraba aburrido, ¡muy aburrido en verdad!
La gente solo estaba interesada en el talento de Mark. Ni siquiera sabían qué más podía haber en el chico que fuera interesante.
Simplemente se sentaba solitario en clase, garabateando en su cuaderno sin nadie a su alrededor.

No era justo para Cesar.

De hecho, nadie sabía mucho de él, porque apenas decía una palabra a quien se lo dirigiera.
¿Siquiera alguien lo hace?

Una de las chicas pudo ver lo distraído que estaba Cesar con los ojos fijados en otro lugar. Ella con un gesto de molestia chasqueó los dedos sacando automáticamente al mexicano del trance.

—Ah... Lo siento— contestó Cesar, como si leyera sus propios pensamientos en voz alta.

—No hay necesidad de disculparse— dijo e hizo una pausa y luego le preguntó —¿Qué es lo que llama tu atención?—

—Nada...— murmuró Cesar.

Miró subrepticiamente a Mark sentado bajo la escalera, que no levantaba la vista de su cuaderno en absoluto. Cesar se sintió avergonzado de que lo atraparan mirándolo así.
Otra chica, de cabello oscuro y mangas con color llamativo solo sonrió al saber que lo que estaba pasando. Ella sabía cosas que las otras no.
La rubia solamente bufó intentando ignorar lo sucedido y siguió compartiendo su opinión con el circulo de personas que la rodeaban.
Cesar mantenía su atención en Mark, podía sentir la pureza de su presencia y su corazón latía oprimido en el interior de su pecho.
El calor de su cuerpo estaba poniendo la piel de gallina a Cesar.
Sinceramente quería mirarlo más de cerca. Así que renunciando a lo que estaba haciendo movió sus piernas por instinto y se alejó rápidamente sin decir una palabra, no sin antes notar que las féminas lo observaban irse.

—¡Cesa- — Fue interrumpida por la chica de mangas largas tapándole su boca mientras sonreía con emoción.

—Déjalo ser— Justificó con un leve brillito en sus párpados y la rubia solamente rodó los ojos viendo como Cesar se acercaba al sitio donde Mark estaba sentado.

—Que egoísta...— Se dio la vuelta mientras sonreía igualmente y seguía conversando con las muchachas. No podía negar lo inseparables que eran, le enternecía la amistad de ambos chicos.

Al llegar se dejó deslizar contra la pared hasta tocar el piso y se sentó abrazando sus rodillas.

—Mark, Hola—
Mark miró hacia su lado y vio a su amigo que lo saludo con una pequeña sonrisa.
Él le devolvió la sonrisa con timidez, hizo un esfuerzo por acercarse a él.
Se detuvo junto a él y ladeó la cabeza hacia un lado.

—¿Todo bien?— Preguntó.

—Sí...— Respondió con un movimiento de cabeza. —¿No estabas ocupado?—

El azabache se mordió la lengua y miró a sus compañeras charlando a lo lejos.

—Me hice un tiempito porque estar contigo es superior—

Los ojos grises de Mark lo miraban interesado y Cesar sintió su corazón dando un latido fuerte acompañado de una gota de sudor recorrer su frente.

—Quiero decir, sé que no hemos hablado mucho últimamente, pero sabes que estoy aquí para ti— Le reafirmó.

—Um... Gracias— Respondió Mark sin quitar su tierna sonrisa, no queriendo parecer demasiado entusiasta, pero feliz de todos modos.

"Escucharé todo lo que digas..."

Agregó Cesar en su cabeza deseando tener el valor suficiente para decir esto de manera directa.

El chico extendió su mano frente a él.

—Vamos afuera—

Cesar lo miró con curiosidad y consideró por un momento antes de agarrar lentamente la mano de su amigo.

Estaba lloviendo.

Salieron al patio donde el sol se ocultaba tras un cielo tormentoso.
Mark respiró hondo y cerró los ojos, inhalando el aroma a húmedad que emanaban las gotas de lluvia que caían de las nubes.

—Entonces...—

Mark abrió los ojos y miró a su mejor amigo. Empezó a explicarle todo, diciéndole algunas cosas de las que ni él mismo se había dado cuenta.
Mientras hablaba, podía sentir los ojos de César sobre él, estudiándolo, preocupándose por sus sentimientos.

Le daba vergüenza decírselo, pero necesitaba a alguien con quien hablar y no había mejor persona que su mejor amigo.

—Tengo algo que confesarte— dijo Mark una vez que terminó.

—Soy todo oídos—

—Bueno...— Mark se encogió de hombros. —He estado teniendo esta extraña sensación desde ayer...—

—¿Cómo así?—

—Algo así como que alguien me sigue—

Cesar enarcó las cejas e inclinó levemente la cabeza. —¿Por qué piensas eso?—

—Después de clases de biología estaba caminando y de repente me di cuenta de que sentía la mirada de alguien sobre mí—

—¿Viste quién era?—

—No, traté de darme la vuelta y ver quién me estaba siguiendo, pero no pude encontrarlos—

—¿No lo habrás imaginado?—

—No creo— Respondió con firmeza.
—O tal vez fue solo la lluvia lo que me dio esa impresión—

—De todos modos, me alegra saber que estás a salvo— añadió el azabache. —He estado pensando mucho en ti, Mark. Parece un sueño o algo así. Todavía no me acostumbro a que estés aquí—

Mark lo miró sintiendo su cara contrastar con el gélido ambiente del lluvioso día, su nariz estaba comenzando a helarse.

—Y... ¿Tu tema siendo alterno?—

—Estoy bien, Markie. Y estoy orgulloso de mí mismo porque logré mantenerlo en secreto—

—Es bueno saberlo— Mark exclamó —Aunque pensé que te volverias un asesino desquiciado—

Cesar se rió. —Nah, no es tan malo como eso... No te preocupes—

Mark asintió levemente y miró hacia otro lado, alcanzó su hombro y lo rodeó con el brazo.

—Estoy aquí para ti— susurró.
Los ojos de Cesar miraron a los suyos, viendo la compasión reflejada en ellos.

—Yo... yo también— Cesar sonrió.

Los dos se quedaron allí, disfrutando del frío clima, la niebla acariciando sus rostros y de las gotas de lluvia que bailaban suavemente sobre sus cuerpos.

Los dos se quedaron allí, disfrutando del frío clima, la niebla acariciando sus rostros y de las gotas de lluvia que bailaban suavemente sobre sus cuerpos

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Amorometro | CesarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora