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Se sentía como si debiera tener un cigarrillo mientras se apoyaba contra el árbol y observaba a Sunghoon mirar fijamente el embravecido mar. Lo mejor que podía hacer era respirar profundamente cada vez que Sunghoon daba una calada al suyo, consumiéndolo hasta el filtro antes de enterrarlo en la arena.

Quería ir con él, colarse entre sus piernas y recostarse contra su pecho, pero... estaba asustado. Estaba aterrado de que Sunghoon le rechazara; que lo apartara y le dijera que no lo quería allí. Si lo hacía no sabía lo que iba a hacer.

Por lo tanto, observaba.

Para cuando el humo del tercer cigarrillo de Sunghoon se extinguió, se había sentado en el suelo, apoyado contra la áspera corteza del árbol. Enfocó de nuevo sus ojos cansados, no quería perderse ninguna imagen de Sunghoon dado que podía ser la última vez que podría verlo antes de que le llevaran a casa.

— No muerdo.

Su cabeza se disparó al oír las palabras de Sunghoon y sus mejillas ardieron. Atrapado. Park debe haber sabido que estaba allí desde el momento en que llegó, y había estado a la espera de que se acercara, o dijera algo, cualquier cosa.

Torpemente, se puso en pie, no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de hablar con Sunghoon. Caminó por la arena y trató de averiguar lo que iba a decir después de haber olvidado todo lo que había ensayado de camino.

— Hola. — Bien, era tonto, pero al menos era un punto de partida, ¿verdad?

— Hola. — respondió Sunghoon como si nada, y Jake lo odió un poco por eso, por su respuesta casual, como si esto no fuera difícil para él en absoluto.

Sentándose a su lado, pero manteniendo una distancia respetable entre ellos, le fulminó con la mirada ligeramente. ¡Vamos cerebro, piensa!

— ¿Cómo está Maki? — preguntó Sunghoon, sus ojos fijos en las olas rompiendo cerca de sus pies.

Cabeceó, contento de que Sunghoon hubiese empezado la conversación, pero deseando que le mirara para poder leer lo que estaba pasando en su cabeza.

— Está bien. Tenía una conmoción cerebral, pero los médicos lo dejaran marchar esta noche. — le informó. La urgencia burbujeaba en su sangre y espetó — Nos vamos a casa mañana.

Sunghoon asintió, como si ya lo supiera. — Probablemente es lo mejor, llevarlo a casa, donde se siente cómodo.

— Por el amor de Dios, Sunghoon, ¿puedes mirarme? — suplicó Jake, desesperado por algún tipo de respuesta, pero Park solo suspiró, sacó sus cigarrillos del bolsillo y levantó su mechero para encender otro.

En un movimiento rápido, Jake giró la mano y arrebató el cigarrillo de la mano de Sunghoon, casi abrasándose con la llama.

— Hey. — protestó Park, y finalmente sus ojos se encontraron.

— ¿Escuchaste lo que dije? — presionó. — Me voy a casa mañana, mamá y papá están hablando de no volver aquí, de vender la casa.

Los ojos de Sunghoon eran duros y envió una sacudida de dolor al corazón de Jake.

— Como he dicho, es lo mejor. — dijo Sunghoon con calma antes de apartar la mirada de nuevo.

A Jake le costó todo lo que tenía no levantarse y marcharse en ese momento, para alejarse del dolor de estar con Sunghoon pero no estar con él. Apretó los puños y contuvo el aire en sus pulmones, calmándose antes de hablar.

— ¿Has presentado cargos contra tu madre y tu padrastro? — preguntó, había estado desesperado por saberlo, rezando para que hubiese hecho precisamente eso, y que esos desechos humanos fuesen a pagar por lo que habían hecho.

DEADLINE ON LOVE ✧ SUNGJAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora