K E N S I E & N A Í N

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Naín.


—¡Me van a dar un pelotazo! —chilla Mackensie, esconde la cara entre sus brazos y cierra los ojos, el golpe nunca llega—. Falsa alarma.

Contengo una sonrisa. Tomo la pelota que ha caido cerca de nosotros para devolverla a sus dueños, unos chicos un grado más jovenes que nosotros.

—Eres porrista, ¿cómo es que le tienes miedo a los balones? —digo, recargo mi codo, y todo mi peso, en su hombro, ella se va de lado.

—Animadora —me corrige, aunque es lo mismo—. Y no soy fanática de las pelotas, Naín, creo que ya lo sabes.

El álbum no opina lo mismo que tú... —Kensi se toma un par de segundos con el ceño fruncido y la mirada en el cielo hasta que comprende mis palabras.

—¡Ay eres un cerdo asqueroso! —me da manotazos y empujones hasta que se siente satisfecha—. Vámonos de una vez.

Agarra su mochila del piso y me la extiende. La observo con una ceja arqueada, ¿qué se supone que haga?

—Llevala tú. —dice por fin con un mohín en su cara.

—Que bonita. —me agacho quedando a la misma altura, jalo uno de sus cachetes y me alejo—. ¡Se te olvida que no soy uno de tus peones!

Ella en serio tiene un problema. Piensa que todo gira a su alrededor y que cualquiera al que le pida un favor le dirá que sí.

Cualquiera excepto yo.

Algún día la bajaré del pedestal en el que se ha subido, me sentaré sin que se de cuenta cuándo fue que la tiré.

—Naín, bastardo —llega a mi lado—. Creo que debo cambiarme de uniforme, acompáñame.

—Te ves sexy en shorts deportivos y eso que los tuyos son más largos que el resto —menciono mirandola de reojo.

¿Qué? ¿Es extraño que un chico le diga a su mejor amiga que se ve sexy? Yo creo que no, las personas deberíamos saber diferenciar una cosa de otra.

Mis intenciones son otras.

—Lo sé. —hace una pose tierna enmarcando su rostro con las manos—. Hoy se me antoja ser bonita nada más, aparte aun nos queda una clase de uno de los profes raboverde.

Lleno mis pulmones, quisiera maldecir al pobre enano, intento calmar mis ganas de golearlo cada que recuerdo cómo miró a Mackensie nuestro primer día de clases, parecía que estaba por comérsela.

Sigo sin entender por qué sigue siendo profesor.

Pasamos el área de casilleros, giramos a la izquiera en el pasillo al lado de las escaleras y abro la primer puerta que es la de los vestidores de chicas. Por alguna razón a ella no le gusta usar los que están al costado de la cancha y prefiere andar a los que se encuentran en el primer piso de cada edificio. Son más pequeños, casi siempre están solos.

—Espero que ahí dentro no esté ninguna de tus presas, Kensie. —le advierto.

Yo no soy su guardia personal para manoseos en la escuela y no, no es lo que piensan. Ella no me gusta, vamos, ¿quién quiere escuchar sonidos sexuales que te hacen sentir pegajoso?

Me recargo en la puerta. Hay pocos alumnos y muchos menos maestros. Que aburrido, el aura del día parece de un viernes.

—Lista. —sale luciendo la falda tableada negra, camisa blanca y saco negro junto a unos zapatos bien pulidos.

—Ahora solo eres bonita. —le doy un cabezazo y la tomo de la espalda para andar escaleras arriba.

En el camino hablamos de su ex-galán de aliento a cebolla y mi ex-enamorada que incluso se mudó con su hermana mayor a otra ciudad. Una conversación que ha quedado a medias ya que llegamos al salón de clases en el que... no hay nadie.

—¿Y los demás? —pregunto a Xavier, e único chico del salón y el más flojo que haya conocido en mi vida.

—Se canceló la clase, el profe está viendo lo de dos nuevos alumnos. —dice entre voztesos—. Algunos se fueron a sus casas y otros están chismeando cerca de dirección.

—¿Pues quiénes son, los príncipes de Gales? —se burla Kensie, recargada en la puerta.

—¡Oye! —grita Xavier levantando su rostro aun con ojos cerrados—, háganme el favor de guardar silencio o largarse, estoy en mi ciesta.

Entorno los ojos a la vez que mi amiga.

—Él siempre está en su hora de la ciesta... —sisea Mackensie saliendo del aula a la vez que un libro se estrella en la pared frente a nosotros.

No molestar a los callados. Anotado.

—¿Quieres ir a darles una vuelta a los príncipes de Gales?

—Nah —responde ella con una mueca, hemos salido del edificio y el sol nos da justo en la cara—. Vayamos a mi casa, el deber nos llama.

—¿Aun no la pegas? —niega con la cabeza—. Claro, igual el entrenamiento es hasta las seis. Sirve que aclaramos puntos de vista.

Apunto mis ojos con mis dedos índice y medio, y luego los de ella, terminando en un golpecito en su frente.

Ya fuera busco con la vista dónde he dejado el auto. Esto de recordar el lugar en que lo estaciono es un poco complicado. Van un par de meses y aun no me acostumbro.

—Ahí está. —apunta detrás de un árbol, gira hacia mí caminando de espaldas—. Por cierto, lo pusiste en el paso peatonal, ¿cuándo aprenderás a...

Estoy por tomarla del brazo para quitarla del medio, sin embargo el tipo que venía hacia ella, absorto en su mente, la empuja con su hombro.

—Auh —se queja, tomandose el brazo— ¡Dije auh! —grita, el sujeto no voltea a verla y sigue caminando —. Deberías disculparte y mirar por dónde caminas.

Se detiene al pie de los escalones, gira medio cuerpo hacia nosotros.

—Y tú deberías disculparte por tu tamaño y crecer. Así puedo, mínimo, verte la coronilla.

Se va.

—¡Soy de estatura promedio!

Ladeo la cabeza. Coloco una mano en mi cabeza y otra en la de ella. Le llevo unos veinte centímetros por lo menos, ¿cuándo pasó eso? No había entrado en razón.

—¡Déjame! —chilla—¿Te diste cuenta?

—¿De que te quedaste enana o que yo crecí? —me alejo antes de recibir otro golpe suyo.

—No me miró, quiero decir, me vio, nos vio, pero no me observó.

—¿Y? —subo al auto, ella me sigue—. Ah no, no, Kensie, no. No ha pasado ni una semana.

—Lo que pasa es que tienes miedo de que te gane, faltan pocos meses para el final de la apuesta.

Entorno los ojos. De verdad que voy a bajarla de las nubes.

—¿Entonces puedo ir por quien yo quiera? Porque si es así de una voy a buscar a las chicas de la biblioteca que frecuento para darles su romance soñado.

Levanta una ceja en mi dirección, cruza los brazos y se recarga en el asiento:
—Ya entendí. Nada de personas alcanzables y fáciles.

...

Yo sería una persona muy facil para ellos jajajaja

¿Qué les parece hasta ahora? Cualquier tipo de crítica es bienvenida si es con buenas intenciones. ❤️✨

Álbum de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora